“
Cuando acudimos a un aviso de emergencias con múltiples heridos, lo primero que
hacemos, según el protocolo de asistencia sanitaria, es evaluar y comunicar a
la base las características del incidente para que se aporten rápidamente los
medios adecuados. Esta comunicación a través del teléfono móvil o de la tablet,
muchas veces tenemos que realizarla a escondidas para que la gente que rodea el
incidente no nos vea hablar por teléfono pues nos recriminan que no atendamos
inmediatamente a los heridos por estar hablando por el móvil”.
Así me lo cuentan miembros de equipos
sanitarios de emergencias que me explican lo inviable que es el atender al
primer herido que se encuentran sin conocer cuántos afectados hay y cual es el
estado de cada uno. El triaje de urgencias es el proceso de valoración clínica
preliminar que ordena a los pacientes antes de la valoración diagnóstica y
terapéutica completa según su grado de urgencia. Los individuos que critican
estas actuaciones de los sanitarios poseen el mismo coeficiente intelectual que
los que se ponen a grabar una masacre, con sus estupendos teléfonos móviles, en
vez de avisar a los servicios de urgencias y quitarse de en medio. La imagen de
estos mentecatos con afán de notoriedad, aspirantes al récord de “likes” y “me
gusta” son los que verdaderamente “hieren la sensibilidad del espectador”, por
lo menos de la mía.
Por
otro lado, como fotógrafo, me manifiesto completamente en contra de la censura indiscriminada de imágenes duras
que tienden a ilustrar catástrofes, masacres, atentados etc. De la misma forma
que estoy determinadamente en contra
de la publicación de vídeos y fotos de primeros planos de personas heridas o
fallecidos fácilmente reconocibles. Creo que está claro que no es lo mismo un plano general de lejos, de una calle
repleta de heridos, en un atentado terrorista, que un primerísimo primer plano de uno de los cuerpos desmembrados que
además se le reconoce la cara. Lo primero, es imprescindible para ilustrar un
artículo o un titular informativo. Lo segundo es una falta de respeto hacia la víctima (si es
reconocible).
El
espectador nunca tendrá una conciencia clara de lo que está sucediendo tanto si
se le priva de la imagen como del texto de una noticia. Las terroríficas
imágenes de los últimos atentados son necesarias para tomar conciencia de lo
que realmente es un atentado terrorista y por consiguiente tomar postura al
respecto.
Para
terminar, también tengo que manifestar que el derecho a la imagen en relación
con escenas de masacres me parece relativo. Creo que no es lo mismo censurar en
un video la cara de un viandante herido que paseaba por la calle a censurar la
figura de un yihadista amenazando con inmolarse cuando la policía le dispara
cuatro tiros. El terrorista supongo que tendrá algún derecho para los
buenistas, pero para mí tiene los mismos derechos que tiene una rata desde el
momento en el que ha liquidado a un montón de “infieles” inocentes.
Perato
18 de agosto de 2017