EX PAÑA IS DIFERENT



 No te vayas todavía, no te vayas, por favor, no te vayas Bibianilla que el ministro Moratinos llora cuando dice adiós.
¿Existe Dios? Pues por si acaso, por Dios te lo pido, Bibiana, no nos dejes, por lo que más quieras. Perdóname todas mis críticas y las de otros pero no nos dejes en manos de Pagín. No dejes que tu angelical cara de photoshop  sea sustituida por la de Pagín y si es así, te ruego le pidas prestada su pulsera  «Power Balance» para que deje de hacer el ridículo en las ruedas de prensa. Por lo menos, que se la quite cada vez que entre en el Ministerio. En verdad os digo, hermanos, que estamos en manos de Dios. Mira que si la política de sanidad «ex pañola» se va a sostener en los beneficios de las pulseras «Power Balance»… Todo es posible. Se me ocurre que si la Ministra de Sanidad lleva en su mano una de esas pulseras será por algo. Podría hablar con Valeriano Gómez para que las reparta a la salida de todas las oficinas de empleo del país. Los pobres parados saldrían de la oficina con su subsidio y una pulserita de colorines que les proporcionaría  «equilibrio, fuerza y flexibilidad».
Y qué me dices de Valeriano Gómez -el enemigo en casa-. Hace cuatro días poniendo a parir al gobierno en la manifestación contra la reforma laboral que el mismo tiene que desarrollar. ¿Se puede ser más lerdo?  Y mientras tanto Ministrini secándole las lágrimas a Moratinos.
Patético. Y a todo esto sale el animal -león- de la Riva del alcalde de Valladolid comentando la forma de los labios de Pajín. 
__ ¡Hombre, León, que todos nos habíamos dado cuenta! Pero un poquito de por favor__ Entre ese comentario y lo de la «Señorita Pepis vestida de soldadito» refiriéndose a Chacón, no estás haciendo muchos méritos para el Ministerio de Igualdad, Ministerio que no es que haya desaparecido si no que se ha reconvertido en Secretaría de Estado de Igualdad. Y quien va a estar al cargo?... Doña Bibiana Aído, naturalmente, íntima amiga de Pagín. La flamante ministra es lo primero que ha hecho nada más hacerse cargo de la cartera y antes de quitarse la pulsera mágica. Así que no me extrañaría que a este paso nombrara a León de La Riva, asesor de la Secretaría de Estado de Igualdad y así estaría el circo completo, incluido el ventrílocuo de Rajoy. Mientras tanto puedo apreciar una gran fila de parados que al ritmo de los enanitos de Blanca Nieves van mostrando orgullosos sus pulseritas de colores entonando aquella alegre melodía: “Pajín, Pajín, Pajín, mucho cuidado con lo que haciiiiiiis, Pajín, Pajín, Pajín, a Zapatero no pisiiiiiiiis”.

    Perato
      2014

Bibiana Durmiente


      Érase una vez un país de ilusiones donde moraba la Sra. Ministra D.ª Bibiana Aído Durmiente. Esta ministra que regía  el  Ministerio de Igualdad se despertó un buen día por la mañana soñando que le besaba un príncipe mientras dormía. Rápidamente se incorporó en  su lecho, cogió el teléfono, llamó al Instituto de La Mujer, al sindicato FETE-UGT y a su jefa de gabinete y puso en marcha todo un plan para censurar los cuentos infantiles donde figuraban príncipes que besaban doncellas y doncellas que no reivindicaban sus derechos, considerándolos sexistas.
    ¿De verdad piensa usted, Sra. Ministra, que el cuento de Blancanieves y los siete enanitos es machista? ¡Pero si la estrella del cuento es Blancanieves! Pero si la segunda protagonista del cuento es la bruja. ¿O es que eran travestis las dos? ¿Son machistas los siete enanitos que se pasaban el día currando como enanos en el bosque para tener contenta a Blanca?¿Es machista el Príncipe que ligó con Cenicienta? ¡Pero si se pasó  un montón de tiempo sin tener relaciones hasta que encontró a Cenicienta! y además tuvo que andar toqueteando todos los zapatos de la zona. Y al fin y al cabo, Cenicienta acabó viajando en carroza de cristal y viviendo en un palacete de puta madre y por lo que recuerdo fueron felices, comieron perdices y debieron copular a lo bestia durante el resto de sus días porque no tenían otra cosa que hacer. ¿Y que me dice de Peter Pan? Por esta regla de tres, Peter Pan debería ser gay a juzgar por la vestimenta que usaba. ¿Y el Capitán Garfio procedía de una familia desestructurada? ¿Por eso disfrutaba tanto puteando a Campanilla? Bueno, y Caperucita roja... ¿no es machista? Ah, no, perdón, no es machista porque es roja. De cualquier forma lo de llevar un bocata de panceta a una enferma terminal, tiene mala leche. ¡Joder, con Caperu! ¿Y ese lobo babeando cada vez que la observaba  por el bosque, con su capa roja? ¿Acaso era un voyeur?
    Mire, Bibiana, esto es todo un despropósito. ¿Que pasa, que usted se aburre en ese ministerio inútil que le han creado a su medida? Un ministerio que se crea para reafirmar que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Es como crear un Ministerio para la Paz para reafirmar que la gente tiene que vivir en paz. ¿Pero es que no hay problemas de que ocuparse hoy en día que los cuentos de la Bella Durmiente? Despierte, Sra. Ministra y en primer lugar ilústrese sobre la literatura infantil de hace sesenta años que estaba creada para aquella sociedad, que sin ser igualitaria respecto a la mujer, era la que desgraciadamente tocaba en ese momento. Estoy seguro de que usted dormiría más tranquila si Eva le hubiera arrancado la costilla a Adán, pero la cuestión no fue así desgraciadamente. Que le vamos a hacer. También puede usted cambiar las antiguas escrituras pero pienso que sería mejor dedicarse a promocionar el folklore andaluz y dejarse de calentar los cascos a la gente que tiene otros problemas que atender. Para ser Agustina de Aragón o Juana de Arco hay que estar intelectualmente mejor preparada.

El vuelo de la Vieja Gaviota

        El viento de levante hace flotar a la vieja gaviota, inmóvil, en el aire, mirando fijamente como nace, despacio, el reluciente sol detrás de un horizonte ardiente. Las costas de una lejana tierra, desconocida. Demasiados días, demasiadas noches sin descanso alguno.

A miles de millas unos polluelos juguetean ociosos, ajenos a cualquier realidad que no sea experimentar con las rachas de aire templado y húmedo que les hace elevarse y bajar repetidamente a lo largo de todo el día. Protegidos por la cercanía de la tierra firme crecen felices, ajenos al porvenir incierto. En esa isla perdida en medio de cualquier parte del océano viven al margen de la crudeza de la madurez.


_ ¡Mira Mani, que bien vuelo!
_ ¡Si pero yo llego mucho más alto que tu, Yuli!
_ ¡Ya, pero tú eres mayor!

El largo viaje pesa sobre sus alas cansadas hasta la extenuación. Días infinitos sin atisbar ni un palmo de tierra donde reposar. Siempre por encima de un mar eterno infinito y oscuro, y profundo, que se extendió bajo ella durante jornadas eternas. Su experiencia en el vuelo no fue suficiente para superar al destino después de tantos años.
Nunca quiso involucrarlos en su aventura. Quiso cruzar miles de millas en la más absoluta soledad mientras ellos, disfrutaban del inicio de su madurez aislados por los contornos de aquella isla descubierta por su viejo progenitor.
Muchas horas de sufrimiento cuando el viento racheado conseguía minar el más firme propósito de encontrar aquello que asegurara el futuro de sus pequeños. Con las alas destrozadas por efecto del sol ardiente y entumecida por el frío aterrador de la noche, día tras día se esforzó en mover sus tullidas alas sin pensar en otra cosa que el objetivo marcado; escapar de este mundo para descubrir un paraíso natural donde los vientos rolaran siempre en el mismo sentido. No podía navegar más contra corriente. Exhausta y medio destrozada había encontrado el descanso añorado. Sus desmembradas alas volaron demasiado. El frío aterrador y la humedad extrema debilitaron tanto sus alas que en un último esfuerzo logró remontar una considerable altura, por encima de las nubes, con el vano objetivo de vislumbrar por última vez a sus pequeños polluelos. Pero estaban demasiado lejos para verlos. Abandonando la idea solo le restaba el dejarse caer planeando, ya sin fuerzas, y así llegar al acantilado donde abandonada a su suerte se dejó desplomar cayendo en barrena desde lo más alto del cielo hasta las crispadas y ásperas rocas de aquel precipicio. Sus potentes alas no aguantaron más. Resquebrajadas se estrellaron contra el arrecife que había buscado con tanto empeño. Sus agudos graznidos fueron señal evidente de que el viaje había concluido. Sus ojos pugnaban por seguir manteniendo aquella mirada profunda que durante toda la vida le había caracterizado. Durante eternos minutos sus graznidos desesperados fueron eclipsados por el estruendo de aquellas olas espumosas. Durante horas los ecos de aquellos sonidos se transmitieron a lo largo del mar hasta llegar al infinito. Todas las criaturas marinas se estremecieron con aquellos gritos anunciando muerte.
En aquella isla remota, mientras Yuli revoloteaba una y otra vez, Mani tuvo una percepción lejana. Escuchó algo así como un conocido y débil graznido. No estaba seguro de aquello pero sus sensaciones no fueron buenas. Se quedó petrificado en su roca favorita mirando profundamente el punto por donde salía el sol y un escalofrío le estremeció todo su cuerpo. Supo enseguida lo que pasaba. Una tristeza sin límites le dominó completamente, y volando rápido hasta donde jugaba Yuli le increpó...

_ ¡Yuli, baja ya, por favor!
_ ¡Mani, lo he conseguido, vuelo tan alto como papá...!
_ ¡Baja ahora mismo, te digo!
_ Y si no quiero, ¿se lo dirás a papá?
_ ¡Yuli, no volveremos nunca a ver a nuestro padre!
_ ¡Que cosas dices, le enseñaré como vuelo cuando vuelva!
_ Yuli, papá no volverá nunca más a nuestra isla.
_ ¿Y no le veremos más?
_No, si no vamos a buscarle. Prepárate. Si queremos verle debemos emprender un largo viaje.
_ No importa soy la mejor gaviota de la isla. ¡Aguantaré!

Durante mucho tiempo se apreció en los cielos el vuelo de dos gaviotas que sin separarse apenas unos metros volaron hasta el confín de los cielos. Dejaron atrás temibles tormentas pero volaban por encima de ellas. Superaron nubes oscuras y tenebrosas porque navegaban sobre ellas. Avanzaron siempre contra el viento, pero eso lo tenían superado. Habían tenido buena escuela. Solo guiados por aquellos leves aullidos lograron llegar al acantilado justo momentos después de acostarse el sol en el horizonte. A la vieja gaviota solo le dio tiempo a adivinar la sombra de sus polluelos descendiendo en picado hasta ella. Eso fue todo. A continuación fue cerrando muy despacio sus grandes y profundos ojos hasta morir con la tranquilidad de saber que su Yuli y su Mani habían dominado las artes del vuelo, y eso les garantizaría la seguridad durante toda su vida. Cuando Yuli se acercó a su padre, comenzó a picotearle debajo de sus alas esperando que le hablara de una vez como había hecho desde que nació. Mientras tanto Mani, algo más maduro que Yuli, permanecía inmóvil eludiendo la mirada de su hermana. Él conocía perfectamente la situación. La vieja gaviota le había instruido bien durante su corta vida.
Yuli lanzó una mirada aterradora a su hermano mayor mientras éste seguía evitándole.


_Tenemos que emprender la vuelta a casa, Yuli.
_ ¿Y papa?
_Papá no volverá a volar…


Las dos jóvenes gaviotas emprendieron el vuelo de regreso a su pequeña isla perdida en el océano.


Un diluvio de lágrimas les acompañó durante todo el viaje mientras las criaturas marinas se preguntaban que es lo que había sucedido para que durante tanto tiempo no dejara de llover sobre aquel tenebroso y oscuro mar. La respuesta la encontraron en dos gaviotas que volaban tan alto que apenas se divisaban.
Por encima de los cielos.


    Perato
      02/01/2010

Malditos Bastardos