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A ti

A ti, ciudadano especialista en epidemiología.
A ti, licenciado en medicina, doctor en psicología, master en pandemias planetarias.
A ti, vecino que pasas tu confinamiento asomado a la ventana contando con los dedos de las manos los días que faltan para que termine un drama que ni entiendes ni va contigo.
A ti, que te pasas el día escudriñando los informativos con objeto de adquirir el conocimiento absoluto y exacto de la crisis.
A ti, que te has convertido, on line, en Catedrático de Virología y Enfermedades Infecciosas en todas las universidades del mundo.
A ti, vecino ilustrado que desde tu ventana oteas un horizonte que nunca disfrutarás.
A ti, aplaudidor ocasional de media jornada que "olvidas" recoger tus guantes y mascarilla depositándolos en la vía pública al terminar de hacer la compra.
A ti, correteador de medio pelo que, sin mascarilla, intentas mantener el ritmo del que llevas delante echándole tu apestoso aliento en el cogote.
A ti, señor azul que no llevas mascarilla porque te agobia, pero sí los guantes azules con los que te secas el sudor de la cara.
A ti, ángel custodio de las normas que te habría gustado dictar.
A ti, señora azul, cuerpazo escultural que la naturaleza tuvo a bien moldear para el gozo y disfrute del resto de los mortales y que sales sin mascarilla para no privarnos de admirar tus perfectos rasgos.
A ti, divina jovencita cincuentona que exhibes tu excelente anatomía bajo las mallas de running rodeada de tus supuestos convivientes, en busca de miradas de admiración.
A ti, señor azul que no disimulas en pensar que las normas se crearon solo y únicamente para el resto de la plebe, y no para un ciudadano ejemplar, digno e instruido como tu.
A ti, propietario de un piso de alquiler que rehúsas alquilárselo a alguien que viene de Andalucía con intención de ayudar. Es sanitario.
A ti, agente voluntario, erigido en garante de la disciplina y justicia social.
A ti, que en tu confinamiento te entretienes en llamar a la policía para denunciar que hay un grupo de personas reunidas en la terraza del edificio de enfrente.
A ti, memo incapaz, me gustaría que me dieras ocasión de ilustrarte con algo, que sin duda ignoras. La terraza donde has divisado un grupo de personas charlando, es la de un hotel Room Mate. En dicho hotel conviven los sanitarios que trabajan en primera línea y que permanecen aislados con objeto de evitar el riesgo de contagio a gentuza como tu. Sanitarios que después de jornadas terribles, enfundados en sus trajes de seguridad, compensan su deshidratación echando una cerveza y dos risas con sus colegas al finalizar la puta jornada. Trabajo por un sueldo que, en muchos casos, no llega ni a quinientos euros al mes. Sueldos miserables por jugarse su salud, incluso la vida, en muchos casos. Señor o señora azul, deberías saber que las fuerzas de seguridad tienen en estos momentos suficiente trabajo más allá de dar satisfacción a indigentes mentales como es tu caso. Deberías saber que los agentes municipales a quien tu invocaste ayer desde tu ignorancia, lejos de llevarse detenidos a los de la terraza, acabaron tomando un tentempié con ellos y compartiendo un café al fresco, mientras comentaban las incidencias de la jornada. Al mismo tiempo tu te seguías mordiendo las uñas con los ojos inyectados en sangre al no ver a nadie esposado.
A ti, vecino ejemplar y a todos aquellos que habéis “aconsejado” a personal sanitario, cajeras de supermercados, etc. que abandonen o cambien su domicilio por miedo a contagiaros, os voy a decir algo a costa de ser prepotente.
Desgraciadamente para mí no soy creyente. Ya me gustaría, porque sería todo más fácil pero no, no lo soy, y es por ello por lo que no tengo miedo a desear el mal a mi prójimo. Tanto es así, que si mi prójimo eres tu, señor o señora azul, nada me haría más feliz que toda la carga viral del Covid 19 callera sobre vuestras asquerosas personas, así como la de todos aquellos que disfrutáis haciendo la vida imposible a los profesionales que velan día y noche por vuestra seguridad. Y por fin, déjame terminar con una esperanza. En el caso de que enferméis y os tengan que internar en una U.C.I. ojalá no dispongan de respiradores suficientes y tengan que sustituirlos por extintores para acabar con vuestro decrépito sufrimiento.
    Podríos, mediocres.


           Perato
10 de mayo de 2020

Estamos contigo


Ha sonado el teléfono con el típico sonido del güacháp. Esta vez no era un video, un meme, foto u ocurrencia divertida. Era una foto de ellos en la calle.
__ ¿Cómo estás?
__ Bien.
__ Quienes son las de la foto?
__ Son compañeras del hotel. Estábamos esperando en las puertas de la lavandería.
__ ¿Tienes dinero?
__ De sobra.
Me dice que tiene dinero de sobra pero la verdad es que no tendrá más de cien o ciento cincuenta euros. En cuanto ponga gasolina un par de veces…
__ Cómo estás?
__ Bien, algo cansado.
__ ¿Os para mucho la policía?
__ Siempre. En cuanto salimos. Pero acabamos todos charlando. Nos dicen que si necesitamos cualquier cosa, que les llamemos de inmediato.


Me ha mandado una foto de unas bolsas de papel con una inscripción: “Estamos contigo” . Había pollo, arroz y no se que más. Todo el mundo les mandan comida, pizzas, queso, pollo… Al hotel les llevan la comida de José Andrés. Ayer veinte pizzas para el servicio de urgencias del hospital. Las buenas personas se ayudan entre ellas. Las personas que sirven porque valen. Los que valen por que sirven.
En televisión han dado la noticia. En una comunidad de propietarios de una urbanización han escrito una nota en un papel y lo han metido por debajo de la puerta. La vivienda es de una trabajadora de supermercado. La nota decía, más o menos: “ Sabemos dónde trabajas y no queremos que nos infectes. Búscate otra vivienda por favor”.
Por debajo de la puerta. Con la valentía de los miserables. La mujer vive de alquiler porque tuvo que venir de Murcia al perder su casa y sus pertenencias en las últimas riadas.
La nobleza y la miseria se mezclan como el agua y el aceite.
Ya son muchas días sin verle. Hace lo que considera que tiene que hacer. Nosotros aguantamos lo que podemos antes de que la piedra nos desgarre la garganta.
__ Tenéis buenos epis?
__ En el hospital, no mucho. Nos apañamos.
__ Mañana vas a front line?
__ Si. Por la mañana con la ambulancia de Cruz Roja y por la tarde-noche al hospital. En Cruz Roja tenemos epis de primera. Chinos.
__ Vale. Descansa. Y cuídate mucho
__ Lo haré. 

    Se que no le vamos a volver a ver hasta que pase todo esto. Y esto va a tardar.
La ruleta seguirá girando mientras intento dormir esperando que el tiempo pase atropellando al tiempo.

              Perato
10 de mayo de 2020


Si no lo veo... no lo creo

“ Cuando acudimos a un aviso de emergencias con múltiples heridos, lo primero que hacemos, según el protocolo de asistencia sanitaria, es evaluar y comunicar a la base las características del incidente para que se aporten rápidamente los medios adecuados. Esta comunicación a través del teléfono móvil o de la tablet, muchas veces tenemos que realizarla a escondidas para que la gente que rodea el incidente no nos vea hablar por teléfono pues nos recriminan que no atendamos inmediatamente a los heridos por estar hablando por el móvil”.

    Así me lo cuentan miembros de equipos sanitarios de emergencias que me explican lo inviable que es el atender al primer herido que se encuentran sin conocer cuántos afectados hay y cual es el estado de cada uno. El triaje de urgencias es el proceso de valoración clínica preliminar que ordena a los pacientes antes de la valoración diagnóstica y terapéutica completa según su grado de urgencia. Los individuos que critican estas actuaciones de los sanitarios poseen el mismo coeficiente intelectual que los que se ponen a grabar una masacre, con sus estupendos teléfonos móviles, en vez de avisar a los servicios de urgencias y quitarse de en medio. La imagen de estos mentecatos con afán de notoriedad, aspirantes al récord de “likes” y “me gusta” son los que verdaderamente “hieren la sensibilidad del espectador”, por lo menos de la mía.

            Por otro lado, como fotógrafo, me manifiesto completamente en contra de la censura indiscriminada de imágenes duras que tienden a ilustrar catástrofes, masacres, atentados etc. De la misma forma que estoy determinadamente en contra de la publicación de vídeos y fotos de primeros planos de personas heridas o fallecidos fácilmente reconocibles. Creo que está claro que no es lo mismo un plano general de lejos, de una calle repleta de heridos, en un atentado terrorista, que un primerísimo primer plano de uno de los cuerpos desmembrados que además se le reconoce la cara. Lo primero, es imprescindible para ilustrar un artículo o un titular informativo. Lo segundo es una falta  de respeto hacia la víctima (si es reconocible).

            El espectador nunca tendrá una conciencia clara de lo que está sucediendo tanto si se le priva de la imagen como del texto de una noticia. Las terroríficas imágenes de los últimos atentados son necesarias para tomar conciencia de lo que realmente es un atentado terrorista y por consiguiente tomar postura al respecto.

            Para terminar, también tengo que manifestar que el derecho a la imagen en relación con escenas de masacres me parece relativo. Creo que no es lo mismo censurar en un video la cara de un viandante herido que paseaba por la calle a censurar la figura de un yihadista amenazando con inmolarse cuando la policía le dispara cuatro tiros. El terrorista supongo que tendrá algún derecho para los buenistas, pero para mí tiene los mismos derechos que tiene una rata desde el momento en el que ha liquidado a un montón de “infieles” inocentes.

          Perato
18 de agosto de 2017

LA ESTÚPIDA TOMATINA DE BUÑOL

    
    La cadena de televisión española La Cuatro, relata la fiesta de la Tomatina de Buñol, en el noticiero de las 15:00h. de hoy, como -una guerra mundial con soldados armados únicamente con tomates- refiriéndose a las diferentes nacionalidades de los veinte mil participantes.
    En las imágenes que ilustran la noticia aparecen dichos soldados ataviados con cascos consistentes en medias sandías vacías. Esta estúpida e ignorante tradición de sólo setenta años de antigüedad consiste en lanzarse los unos a los otros ciento cincuenta toneladas de tomates para luego revolcarse en su jugo, eso sí, previamente espachurraditos para no hacerse daño. Incluso hay quien se emociona con la celebración.
    Hay otras muchas tradiciones memas en el territorio español como la Lucha del Vino en Haro consistente en una multitud echándose vino por encima, o de menor magnitud la costumbre de tirarles puñados de arroz a los novios cuando se casan, como si esto les otorgara la felicidad en su matrimonio.
    En infinitas poblaciones subdesarrolladas y no tanto, en el mundo entero, los agricultores las pasan medianamente putas para conseguir en sus huertos unos cuantos kilos de tomates para vender o alimentar precariamente a sus hijos. En infinitas poblaciones con pocos recursos los viticultores las pasan canutas para conseguir que sus viñas destilen unos cuantos litros de vino al año para poder venderlo y mantener a su familia. En infinitas poblaciones subdesarrolladas de Asia, India o Sudamérica las familias las pasan negras para conseguir recolectar unos sacos de arroz sin que el monzón o las plagas se lo jodan. Sin embargo aquí, en este país europeo, culto y desarrollado, en plena crisis mundial, un puñado de mentes iluminadas, pasan el tiempo tirándose literalmente toneladas de tomates a la cara siguiendo no se que especie de tradición imbécil mientras los medios de comunicación lo enaltecen en términos grandilocuentes. Mientras tanto en otro escenario mundial ciento de miles de refugiados huyen a pie de verdaderas guerras atroces, abandonando sus pueblos de origen, llevando nada más que lo puesto, obligados a mendigar un poco de agua y pan en un éxodo sin parangón en la historia del ser humano.
    Vergüenza.


         Perato
26 de agosto de 2015

Malditos Bastardos