LA ESTÚPIDA TOMATINA DE BUÑOL

    
    La cadena de televisión española La Cuatro, relata la fiesta de la Tomatina de Buñol, en el noticiero de las 15:00h. de hoy, como -una guerra mundial con soldados armados únicamente con tomates- refiriéndose a las diferentes nacionalidades de los veinte mil participantes.
    En las imágenes que ilustran la noticia aparecen dichos soldados ataviados con cascos consistentes en medias sandías vacías. Esta estúpida e ignorante tradición de sólo setenta años de antigüedad consiste en lanzarse los unos a los otros ciento cincuenta toneladas de tomates para luego revolcarse en su jugo, eso sí, previamente espachurraditos para no hacerse daño. Incluso hay quien se emociona con la celebración.
    Hay otras muchas tradiciones memas en el territorio español como la Lucha del Vino en Haro consistente en una multitud echándose vino por encima, o de menor magnitud la costumbre de tirarles puñados de arroz a los novios cuando se casan, como si esto les otorgara la felicidad en su matrimonio.
    En infinitas poblaciones subdesarrolladas y no tanto, en el mundo entero, los agricultores las pasan medianamente putas para conseguir en sus huertos unos cuantos kilos de tomates para vender o alimentar precariamente a sus hijos. En infinitas poblaciones con pocos recursos los viticultores las pasan canutas para conseguir que sus viñas destilen unos cuantos litros de vino al año para poder venderlo y mantener a su familia. En infinitas poblaciones subdesarrolladas de Asia, India o Sudamérica las familias las pasan negras para conseguir recolectar unos sacos de arroz sin que el monzón o las plagas se lo jodan. Sin embargo aquí, en este país europeo, culto y desarrollado, en plena crisis mundial, un puñado de mentes iluminadas, pasan el tiempo tirándose literalmente toneladas de tomates a la cara siguiendo no se que especie de tradición imbécil mientras los medios de comunicación lo enaltecen en términos grandilocuentes. Mientras tanto en otro escenario mundial ciento de miles de refugiados huyen a pie de verdaderas guerras atroces, abandonando sus pueblos de origen, llevando nada más que lo puesto, obligados a mendigar un poco de agua y pan en un éxodo sin parangón en la historia del ser humano.
    Vergüenza.


         Perato
26 de agosto de 2015

Consulta de Roncología

    Yo cuando nací hace más de cincuenta años, no tenía previsto roncar cuando fuera mayor. Lo siento. Hoy en día soy consciente de que mis ronquidos se asemejan al gruñido de un búfalo africano cruzando el rio Grumeti plagado de cocodrilos al norte del Serengeti. O al menos, esa es la percepción de mi mujer.
Hoy he acudido a la consulta de Neumología en la Seguridad Social después de solicitarla hace tres meses. A las nueve de la mañana.
    En el despacho ciento trece me recibe la doctora, que después de echarme una bronca por no llevar no se que volante me cuestiona el motivo de la consulta. Es curioso porque han sido ellos los que me han citado basados en mi número de identificación con el que tienen acceso a todos los informes de mi historia desde hace años. Le resumo el motivo de la consulta y a continuación me pregunta si por la noche me quedo sin respiración durante algunos minutos. Me resulta complicado responderle que no estoy muy seguro puesto que estando dormido no soy consciente de si respiro o no hasta la mañana siguiente al despertar cuando me doy cuenta de que sigo vivo. Yo, porque comparto el lecho con mi esposa pero que pasará con los que duermen solos? Como saben si se medio mueren por la noche? Los solteros no roncan?
    A continuación me informa de que me voy a someter a una “prueba de soplar”. Entiendo que es una espirometría y me pasa a la sala contigua donde una gran enfermera me da los buenos días alargándome unas pinzas para taponar la nariz. Yo me las pongo mientras ella sigue mirando la pantalla de su ordenador. Al cabo de unos minutos preguntándome que coño hago tanto tiempo con las pinzas puestas en las narices y si esto es en lo que consiste la espirometría, me alarga una boquilla de diámetro similar al de un tubo de aspiradora y me pide que me la meta en la boca y aspire lentamente. Yo sigo escrupulosamente sus indicaciones aspirando y expirando suavemente las veces que ella me lo requiere. Tengo auténtico pavor a equivocarme por miedo a otra reprimenda. De pronto, levanta la voz diciéndome:
_¡¡Ahora coja todo el aire que pueda muy deprisa y lo expulsa muy deprisa a la vez!!
Mis neuronas, entonces, comienzan a cortocircuitarse entrando en un estado catatónico. No se si he entendido bien a la enfermera pero me pide que coja aire y lo eche a la vez. Me gustaría en ese momento preguntarle, humildemente, si existe alguna instrucción especial que yo desconozco para aspirar y soplar a la vez pero al tener pinzada la nariz y la boca completamente abierta alojando la boquilla de diámetro similar al de un tubo de aspiradora, no puedo articular palabra.

_¡¡Vamos, vamos, aspire y expire rápido!!

Yo, con los ojos incendiados, le hago aspavientos mientras ella no quita la mirada del ordenador. Al fin decido sacarme la boquilla del diámetro similar al de un tubo de aspiradora de la boca y le digo con voz gangosa:

_Doctora… no se hacerlo…
_¡Pero, ¿qué hace? ¡No se lo quite! ¡Ahora tenemos que empezar de nuevo!
_ Es que no se aspirar y expirar a…
_¡Póngaselo otra vez que no tenemos toda la mañana!


Tengo, en ese momento, la sensación de estar llorando sangre mientras vuelvo a morder con rabia contenida la boquilla de diámetro similar al de un tubo de aspiradora y vuelvo a aspirar y expirar al ritmo que me marca la enfermera. Al tercer intento de echar la bocanada de aire de golpe, emito un sonido parecido al estertor previo a la muerte, temiendo que en algún momento se me escape alguna flema incontrolable pues padezco un catarro considerable y no dejo de toser y carraspear durante semanas pero no puedo explicárselo en este estado.
_¡Ya se lo puede quitar!
En ese momento dejo de morder la boquilla de diámetro similar al de un tubo de aspiradora cuestionándome si también puedo despinzarme las napias. Quisiera seguir sus instrucciones al pie de la letra pues temo realizar cualquier maniobra que ella no me haya indicado previamente. Con voz gangosa y medio asfixiado le pregunto:

_Doctora, ¿puedo quitarme ya las pinzas?
_¡Claro, no se las va a llevar puestas…!


    Si tuviera un espejo me gustaría ver la cara de imbécil que debo de tener en ese momento. Me siento muy mal y me encantaría echarle la cabeza hacia atrás y meterle la boquilla de diámetro similar al de un tubo de aspiradora por la boca hasta que le asome por el ojete mientras me voy recolocando la mandíbula de nuevo. A continuación me presento en la ventanilla de petición de citas pues la neumóloga me ha solicitado una placa de pecho, una analítica, una consulta de otorrino y varias pruebas más. Detrás de la ventanilla hay una mujer de unos sesenta años con gafas de ver de cerca enganchadas al cuello con una cadena dorada poco discreta, bajo mi humilde punto de vista. Me dirijo a ella dándole los buenos días mientras continúa escribiendo papeles que le va pasando su compañera. No le escucho respuesta alguna ni me dirige la mirada de momento hasta que insisto.

_Buenos días, venia a pedir cita para una placa de pecho y una analítica y un…

En las manos llevo los papeles de la cita para la placa por duplicado, los referentes a la analítica, el volante para el otorrino, la historia y el teléfono con la aplicación de calendario abierta por si tengo que consultar rápidamente la fecha de las pruebas. Por fin la secretaria me mira y me dice:
_¡La tarjeta! Estoy harta de pedir la tarjeta a todo el mundo. Y eso que saben que hay que traer la tarjeta.
_ La tengo en el bolsillo del pantalón pero no puedo sacarla sin soltar todos los papeles que llevo entre manos.
_¡Claro, todo el mundo preocupado con el Nicolás ese y nadie lleva la tarjeta.

Yo sigo sin entender nada pero la gente que me rodea tampoco parecen entender nada, lo que me crea cierto sosiego.
_¡Bueno, a ver, que quiere!
Me gustaría contestarle algo fuerte pero me contengo hasta tener las fechas de las citas.

_Buenos días de nuevo. Si fuera posible quisiera cita para una radiografía y para el otorrino. Si pudiera ser, el mismo día…
_¿Cómo el mismo día? Si eso se hace en dos sitios distintos.
Le explico que comprendo perfectamente que las radiografías no se realicen en el despacho del otorrino, de la misma manera que los besugos no se destripan en la charcutería pero sí en el mismo mercado. Aclarado el asunto la secretaria sigue murmurando algo que no llego a escuchar aunque tengo la sensación de que se refería a mi familia, mientras me despido atentamente.
_Bueno, muchísimas gracias, ha sido usted muy amable, buen día.
La amargada se me queda mirando sin articular palabra como sorprendida de lo que ha escuchado. Lógicamente no está acostumbrada más que a que le manden a la mierda cada vez que alguien se dirige a ella. No me resulta difícil entender que esta mujer esté amargada por muchos y variados motivos pero yo no le pido que salga a recibirme al hall del ambulatorio con una sonrisa de oreja a oreja, música de fondo y ofreciéndome un masaje completo en un sofá de cuero. Solo le pido que me conteste con el mínimo nivel de educación que haya aprendido, ya sea de jovencita, ya sea en su etapa profesional. Cuando alguien acude a un ambulatorio de La Inseguridad Social no lo hace por gusto, por echar el día, normalmente van individuos que no se encuentran en su mejor momento de salud y por consiguiente suelen acudir nerviosos, con cierta ansiedad, intentando memorizar toda la información que se les da en poco tiempo. Lo que para el personal sanitario es algo rutinario para el enfermo es algo excepcional, no digamos ya si hablamos de personas de cierta edad con problemas de oído, vista etc.
Es, por consiguiente, injusto el trato que se les dispensa en muchas ocasiones y digno de ser denunciado en las instancias pertinentes.
El resultado muchas veces es que se pasa más tensión, nervios y estrés al acudir a una consulta médica que lo que puede producir la enfermedad en sí misma.

    Perato
27/11/2014

El comienzo de todo


Mi madre fue azafata de congresos y mi padre técnico de sonido. Una noche, al terminar una de las interminables conferencias, mi padre le invitó a la azafata a tomar una copa para desconectar del trabajo y terminaron tan conectados que a los nueve meses nací yo durante el cofee break de un congreso médico y en una cabina de traducción simultánea puesto que mi madre no podía cogerse la baja en temporada alta de trabajo y estuvo en el tajo hasta el momento en que salí disparado. Seguramente, no recuerdo bien, pero debido a un acoplamiento de sonido durante la conferencia. Desde entonces he vivido media vida tirado por los suelos extendiendo cables y la otra media preguntándome para qué. De eso hace más de treinta años ya. Hoy sigo tirándome por los suelos y a la vez tirándome de los pelos cada vez que comienza un evento pero la idea de tirarme a una azafata no se me pasa ni por la imaginación, ni con copas ni sin ellas.
Por lo que pueda pasar.
        Durante todos estos años han sido infinitas las horas que me he pasado esperando el comienzo de una conferencia y esperando que termine otra. De los temas yo creo que no me queda ninguno por escuchar. Desde el método de reproducción de la perdiz roja de ojo blanco, pasando por la grabación de una subasta de pajuelas de sementales Hereford, hasta la retransmisión en directo de una operación de diabetes donde al comenzar a diseccionar el dorso del pie enfermo, salió una nube de mosquitos ante el asombro de todos los presentes.

       Pero lo que ocurrió aquel día de octubre de 2008 fue realmente insólito. El mundo entero se debatía en una crisis sin precedentes. Todos los organismos mundiales se reunían para intentar paliar sus efectos mientras las cifras de parados ascendían de una forma incontenible. Aquel día yo estaba a cargo de la interpretación simultánea en el auditorio del Palacio Internacional de Congresos. La conferencia había convocado a los máximos líderes políticos y económicos de medio mundo, trabajando en seis idiomas oficiales. Doce intérpretes y más de quince técnicos estaban ocupándose del sonido y los medios audiovisuales cuando comenzó el acto de inauguración. En las dos primeras filas de butacas, figuraban los carteles de “RESERVADO” para las autoridades y vips mundiales. Unas filas más atrás estaba sentada Eva Fitzgerald, Comisionada Económica para el Desarrollo de Países Emergentes. Miss Fitzgerald era una de las figuras mundiales con más conocimientos en los desarrollos microeconómicos de países con mínimos recursos naturales y había sido invitada al congreso con motivo de la publicación de uno de sus trabajos, The optimization of natural resources in peripheral zones. A su derecha estaba sentado Adams Michaud, canadiense afincado en Florida desde hacía veinticinco años y profesor en The National Stadistics Institute de California. Mister Michaud ostentaba el título de mayor experto internacional en la recopilación de datos evolutivos en relación a procesos económicos globales, aunque en esta ocasión no intervendría en ninguna de las mesas redondas pues había sido invitado solo como consultor en este congreso. Adams Michaud y Eva Fitzgerald no se conocían personalmente pero sí se habían interesado mutuamente por sus respectivos trabajos. Fue tomando un café en los minutos previos a la inauguración del Congreso cuando se reconocieron al observar las acreditaciones que cada uno portaba colgada del cuello.
__Perdone, usted es Eva Fitzgerald?
__Si, y usted…
__Profesor Michaud, encantado de conocerle Miss Fitzgerald. He leído varios de sus trabajos.
__Eso me halaga, profesor, yo también conozco sus últimas publicaciones a cerca de la evolución económica en Medio Oriente.
__Encantado de conocerle profesor Michaud.
__ ¿Presenta usted alguna ponencia en el congreso? No le he visto en el programa.
__No, en esta ocasión me han invitado como asesor del presidente.
__Ciertamente vamos a necesitar mucho asesoramiento durante estos días.
__ ¿A qué se refiere?
__Bueno, la situación mundial requiere de opiniones y argumentos objetivos y no políticos.
__Estoy de acuerdo con usted pero desgraciadamente prevalecerán los planteamientos políticos por encima de las investigaciones sociológicas.
__Bueno, veremos si estos días podemos cambiar algo.

     La conversación de Miss Fitzgerald y el profesor Michaud fue interrumpida por el sonido de la megafonía anunciando las indicaciones previas a la inauguración del evento.

__Rogamos a los señores delegados tengan la amabilidad de silenciar sus teléfonos móviles. En breves momentos comenzará el acto de inauguración.

     Los participantes iban ocupando sus asientos mientras yo daba las últimas instrucciones a los intérpretes en relación a los canales de traducción. Mientras tanto el estadounidense Warren Baker, secretario del Tesoro de EEUU, abría la sesión saludando a los delegados congregados en el auditorio.

     Yo seguía cotejando el sonido en las cabinas, ya más tranquilo, una vez que había comenzado la conferencia. Todo se desarrollaba adecuadamente mientras pensaba en el tostón que me esperaba escuchar, como tantas otras veces. Estaba acostumbrado a soportar interminables discursos generalistas donde lo único que se trataba es de crear las bases donde asentar las premisas que pudieran llevar a la realización de los trabajos de grupo que previamente se habían elaborado con objeto de tramitar las conclusiones que conducirían a la celebración de un foro compuesto por los redactores de los informes que estudiarían los marcos legales donde poder plasmar las bases de los estudios previos enmarcados en los respectivos ámbitos políticos dentro del marco conjunto. En definitiva, verborrea ininteligible donde se perdían ponentes y delegados sin llegar nunca a tratar los temas directamente y darles las soluciones oportunas. Como siempre los primeros momentos, después de la ceremonia de inauguración, se dedicaban a informaciones sobre orden y protocolos. Ya se habían tocado todos estos temas cuando el primer ponente se acercó al atril y comenzó su disertación sobre el estado de la situación mundial. Adams Michaud, llevado por su obsesión estadística escuchaba la intervención calculando mentalmente cuanto estarían bajando las bolsas mundiales durante esta media hora de conferencia y cuantas personas en el mundo perderían su trabajo durante este tiempo. Eva Fitzgerald, mientras tanto, le miraba de reojo imaginando en que estaría pensando su admirado compañero de butaca. A Miss Fitzgerald tampoco le interesaba lo más mínimo el contenido vacío de la conferencia y no hacía más que pensar la cantidad de canapés que se tirarían a la basura durante el desarrollo de la cumbre mientras las recientes estadísticas de la FAO anunciaban un gran incremento en las muertes por inanición debido a la crisis alimenticia que se había provocado, en los últimos tiempos, al destinar una gran parte de las reservas mundiales de cereales a la elaboración de biocombustibles para países desarrollados. Los aplausos dedicados al ponente les sacaron a los expertos de sus pensamientos mientras se lanzaban una fugaz mirada cómplice, sin emitir ningún comentario. A continuación, y después de la lectura detallada del curriculum del segundo ponente, este comenzó su disertación acerca de un tema que carecía de interés para la mayoría de la audiencia pero que todo el mundo intentaba disimular. Yo, desde el fondo de la sala, donde estaba situado el control, veía las cabezas de todos los delegados y me distraía estudiando las reacciones de todos ellos ante conferencias de este tipo. Era curioso comprobar que durante discursos interesantes todas las cabezas que asomaban por encima del respaldo de las butacas, permanecían quietas, erguidas, manteniendo la atención en el orador o en la pantalla de proyección. En esas ocasiones el silencio total de la sala era roto solo por el tono de voz animado y vivaz del orador. En esta ocasión, la reacción del público denotaba una falta absoluta de interés por la conferencia. Desde mi posición notaba que las cabezas se movían de un lado a otro como intentando cambiar la orientación para evitar el sopor que les invadía desde hacía ya mas de media hora. Incluso si yo me ponía de pie podía ver como muchos de los delegados estaban atendiendo a sus teléfonos móviles, unos leyendo los e-mails, otros jugueteando con sus aplicaciones. Estaba claro que no les interesaba absolutamente nada el tema que se estaba tratando. De todas formas hubo algo especial aquella mañana. En un momento dado, yo salí del control para realizar una verificación en uno de los distribuidores que había instalado a lo largo de la sala y pude observar que casi todos los participantes en el foro estaban mirando sus teléfonos móviles, que aunque silenciados, permanecían encendidos, iluminando suavemente cada una de las filas de butacas. Desde el control se podía observar como la mayoría de las cabezas estaban inclinadas hacia delante como si sus dueños estuvieran dormidos. En ese momento sonaron varios teléfonos que no estaban silenciados. Esto solía ocurrir muchas veces. Siempre hay alguno que no se acuerda de apagarlo, y en plena sesión comienza a sonar y a sonar mientras los demás disfrutan viendo la cara que pone su dueño mientras busca y rebusca en los bolsillos de su abrigo mientras el aparato suena cada vez más alto. Pero en aquella ocasión no era un solo teléfono, si no varios. Yo calculé que podían estar sonando aproximadamente unos diez, cada uno con su tono particular. Miento, había mas de diez teléfonos llamando incluyendo los que estaban silenciados, pero que emitían su luz intermitentemente dando un aspecto psicodélico a la sala de plenos. Era evidente que algo estaba pasando. El orador se había percatado del hecho pero seguía con su disertación sobre legislaciones internacionales a la vez que lanzaba miradas desconfiadas a uno y otro lado de la sala. Yo saqué mi teléfono del bolsillo y observé que tenía cinco o seis llamadas perdidas y otros tantos mensajes, lo que no era habitual. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue el recuerdo del atentado del 11-M cuando en plena sesión de un congreso médico, comenzaron a funcionar muchos teléfonos al mismo tiempo. Era evidente que algo fuera de lo común estaba sucediendo. Después de comprobar el distribuidor y de vuelta al control de sonido, de pronto, se apagaron las luces de la sala. El sonido dejó de funcionar, y los teléfonos quedaron enmudecidos. Todo al mismo tiempo. La preocupación invadió aquella sala. Yo me dirigí corriendo al control y comencé a apagar todos los equipos por miedo a que se restableciera la corriente de golpe, pero el problema no radicaba solamente en una caída de tensión, si no que era mucho más importante. El moderador de la sesión se dirigió al atril y después de comprobar que el micrófono no funcionaba se dirigió a los presentes comunicándoles, en varios idiomas y forzando el tono de su voz, que había ciertos problemas con la instalación eléctrica del Palacio y que mientras se solucionaban, suspendería la sesión durante unos minutos. Los delegados comenzaron a salir de la sala intentando utilizar los teléfonos móviles pero sin ningún resultado. Algunos se dirigieron a las cabinas telefónicas instaladas en el hall del palacio de congresos pero tampoco funcionaban. Todo el sistema de comunicaciones había caído de golpe. A los pocos minutos se pudo restaurar la instalación eléctrica gracias al equipo de emergencias del que disponía el complejo. Este sistema consistía en un gran grupo electrógeno alimentado con gasoil con el que se podían restaurar los servicios mínimos eléctricos durante un periodo de tiempo limitado. Fue entonces cuando el servicio de megafonía anunció que el problema técnico afectaba al sistema de comunicaciones y que aunque se había recuperado el fluido eléctrico, las líneas telefónicas analógicas y digitales así como las de fibra óptica no estaban operativas de momento por lo que se suspendía la convención hasta nuevo aviso. A estas alturas tanto el personal de mantenimiento del centro de congresos como las personas encargadas de la seguridad de los delegados no hacía más que ir de un sitio para otro, inquietos, intentando localizar algún sistema de comunicación con sus respectivas centrales. Algunos vehículos blindados donde viajaban los delegados vips, disponían de telefonía vía satélite y se podían apreciar varios corrillos formados por escoltas y guardaespaldas alrededor de alguno de esos teléfonos, pero tampoco estaban operativos. Yo permanecía en el control intentando restaurar todos los equipos pero cual fue mi sorpresa cuando al encender los receptores de los micrófonos inalámbricos, los displays aparecían en blanco, sin ninguna información. Normalmente debía aparecer la frecuencia de trabajo de cada micrófono pero excepcionalmente estaban en blanco. Intenté realizar un escaneado de frecuencias pero sin éxito. Ningún equipo electrónico conseguía sintonizar con ningún canal de radiofrecuencia. Reunidos la mayoría de los técnicos pudimos llegar a la conclusión de que el espectro radioeléctrico se había colapsado a todos los niveles. Era por eso por lo que era imposible establecer conexiones de telefonía móvil o vía satélite. Todos los repetidores de radio o tv también estaban colapsados así como las redes informáticas vía wifi. En resumen, cualquier vía de comunicación inalámbrica era inviable. La pregunta ahora era a que nivel estaba sucediendo todo esto. Desde luego el Palacio Internacional de Congresos estaba aislado del resto del mundo pero es que también los equipos de seguridad ciudadana estaban incomunicados entre ellos. En una sociedad sometida a las tecnologías de la información, estas eran totalmente inútiles en este momento.

      Ante el desconcierto generalizado se optó por reunir a todas las personalidades en el auditorio central siguiendo los protocolos de seguridad que se articulaban en todos los eventos de esta categoría. Mientras tanto Miss Fitzgerald y el profesor Michaud que departían con un grupo de periodistas, pudieron observar que un vehículo oscuro con los cristales tintados y precedido por dos motoristas estacionaba delante de la entrada principal al Palacio. Era una comitiva un tanto extraña pues los motoristas no llevaban ningún uniforme característico si no que vestían con cazadoras oscuras y sus motocicletas tampoco portaban ningún distintivo, ni siquiera los pilotos azules que normalmente utilizaban los servicios de escolta para abrir paso a las comitivas oficiales. Ni que decir tiene que en cuanto los periodistas se percataron de la llegada del vehículo negro salieron de estampida a las puertas del palacio mientras Miss Fitzgerald y el profesor Michaud se intercambiaban las miradas cargadas de expectación. Una nube de reporteros y periodistas rodeaba el vehículo mientras los motoristas permanecían en sus potentes motocicletas con el motor encendido. Al mismo tiempo se abría la puerta delantera y salía del coche un individuo de casi dos metros de alto extremadamente corpulento que rápidamente procedió a abrir la puerta trasera ayudando a salir a un sujeto con uniforme militar de unos setenta años, con el pelo muy canoso y el rostro ciertamente desencajado. Su chaqueta estaba cubierta casi completamente por insignias y condecoraciones típicamente militares. Los periodistas comentaban asombrados que es lo que hacía allí el Jefe del Estado Mayor de la Defensa mientras se arremolinaban alrededor del coche, prácticamente sin dejarle bajar. Casi a trompicones se iba abriendo paso flanqueado por varios escoltas que le iban dirigiendo a la sala Vips donde se encontraban reunidos los presidentes de los estados representados en la cumbre. Miss Fitzgerald y el profesor Michaud, que se encontraban a escasos metros de la comitiva, se habían dado cuenta que los escoltas del general no portaban los típicos pinganillos de cable en espiral que utilizaban normalmente para comunicarse entre ellos. Una vez en la puerta de acceso a la sala Vips los escoltas se deshacían de la nube de medios abriendo los brazos y formando una especie de muro infranqueable mientras los operadores de cámara y los fotógrafos intentaban capturar las últimas imágenes elevando los brazos por encima de las cabezas mientras se cerraba la puerta delante de ellos.

      Sra. Presidenta, Sres. Presidentes, les ruego unos minutos de atención. En las últimas horas tanto nuestro país, como el resto de la Unión Europea, ha sufrido un colapso de sus redes de comunicación cuyo origen se considera información reservada. No está en nuestra mano delimitar cuanto durará el problema por lo que procederemos a garantizar su seguridad, trasladándoles al refugio protegido que se contempla en los protocolos de actuación en situaciones de alarma general. Es por ello por lo que les ruego que ustedes y sus asistentes sigan estrictamente las indicaciones que el personal militar les indique para el buen desarrollo de la evacuación. En el momento en que tengamos más información, se la haremos llegar a la mayor brevedad posible.

      A continuación y sin responder a ninguna de las preguntas que le formulaban los presentes en la sala, el JEMAD abandonaba rápidamente el hall del Palacio Internacional de Congresos, colocándose cuidadosamente su gorra de plato color caqui y franqueado por su escolta y los dos motoristas de cazadoras negras. Una nube de fotógrafos y cámaras de televisión le acribillaban a preguntas mientras el general salía precipitadamente de la sala preguntándole a su asistente:
__Algún mensaje de UKUSA?
__ Nada, mi General.

      Miss Fitzgerald y el profesor Michaud que se habían quedado a las puertas de la sala de prensa observando uno de los monitores de información, pudieron escuchar al General mientras salía rápidamente del edificio y procedía a acceder a su vehículo negro, mientras los motoristas se colocaban a cada lado del coche evitando que los medios de comunicación se acercaran a las ventanillas. El profesor Michaud y Eva Fitzgerald se miraban expectantes.

__Profesor, sabe usted que es UKUSA?
__ Miss Fitzgerald, ha oído usted hablar de la red de ECHELON?
__Creo recordar que se trata de algo referente al terrorismo internacional.

      Intentando conocer lo que estaba pasando, en sus mentes científicas las ideas se iban organizando metódicamente, una detrás de otra, siguiendo un orden lógico, además de cronológico intentando interconectar unas con otras siguiendo un orden argumental. Los conocimientos de Eva Fitzgeral y los de Adams Michaud intentaban cruzarse con objeto de llegar a alguna conclusión definitiva.

__UKUSA es una alianza de países , (United Kingdom-United States Security Agreement) compuesta por EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda en 1948 con objeto de controlar, o mejor dicho espiar, a la antigua Unión Soviética. Hoy en día las funciones de la alianza se han trasladado a la interceptación de comunicaciones que van desde, las diplomáticas al espionaje industrial pasando por inteligencia militar, terrorismo, construcción de armas o inteligencia económica.
__ Parece que está usted muy bien informado de estos temas.
__ En el instituto recibimos una exhaustiva instrucción en lo referente a organización de datos y estadística.
__Perdone, profesor, le he interrumpido.
__Como le iba diciendo, uno de los objetivos de UKUSA es la normalización y búsqueda de terminología, códigos, procedimientos de manejo de intersección, etc. Es lo que se llama en términos estadísticos “key targets”. Parece que la alianza de UKUSA mantiene alrededor de 120 estaciones de vigilancia conocidas funcionando de forma totalmente automática y discreta. Esto se denomina Red Echelon y lo que hace es capturar gran parte de las comunicaciones mundiales establecidas por radio, satélite, microondas, móviles o fibra óptica. Las señales capturadas son luego procesadas por una serie de equipos criptográficos avanzados, incluyendo el buscador de dirección de Marconi-Adcock de alta frecuencia y diversos superordenadores, llamados diccionarios, las cuales han sido programados para buscar patrones específicos en cada comunicación, ya sean direcciones, palabras, frases o incluso voces específicas.
__Un Gran Hermano a nivel mundial?
__ Si, podríamos denominarlo así.
__Pero no acierto a comprender, profesor…
__Llámeme Adams, Miss Fitzgeral, creo que ante esta situación podemos prescindir de formalismos…
__De acuerdo Adams, lo que no entiendo es la relación de esta red con lo que está sucediendo aquí…
__Bueno, son solo especulaciones pero imagino que si Echelon controla todas las comunicaciones a nivel mundial, también podría anularlas o colapsarlas una vez emitidas de forma que nunca lleguen a sus receptores con lo cual el silencio electrónico sería generalizado a nivel mundial. Miss Fitzgeral permaneció inmóvil con sus ojos clavados en el profesor Michaud como intentando hacerle una radiografía de su mente. Toda la información que había escuchado se iba ordenando en su cerebro a modo de un único silogismo con una conclusión aterradora.
__ Quieres decir que estamos en manos de UKUSA?
__Si fuera así el asunto no sería tan grave. El problema es si alguien o algo se ha hecho con el control de Echelon y por consiguiente con UKUSA.

CONTINUARÁ

EX PAÑA IS DIFERENT



 No te vayas todavía, no te vayas, por favor, no te vayas Bibianilla que el ministro Moratinos llora cuando dice adiós.
¿Existe Dios? Pues por si acaso, por Dios te lo pido, Bibiana, no nos dejes, por lo que más quieras. Perdóname todas mis críticas y las de otros pero no nos dejes en manos de Pagín. No dejes que tu angelical cara de photoshop  sea sustituida por la de Pagín y si es así, te ruego le pidas prestada su pulsera  «Power Balance» para que deje de hacer el ridículo en las ruedas de prensa. Por lo menos, que se la quite cada vez que entre en el Ministerio. En verdad os digo, hermanos, que estamos en manos de Dios. Mira que si la política de sanidad «ex pañola» se va a sostener en los beneficios de las pulseras «Power Balance»… Todo es posible. Se me ocurre que si la Ministra de Sanidad lleva en su mano una de esas pulseras será por algo. Podría hablar con Valeriano Gómez para que las reparta a la salida de todas las oficinas de empleo del país. Los pobres parados saldrían de la oficina con su subsidio y una pulserita de colorines que les proporcionaría  «equilibrio, fuerza y flexibilidad».
Y qué me dices de Valeriano Gómez -el enemigo en casa-. Hace cuatro días poniendo a parir al gobierno en la manifestación contra la reforma laboral que el mismo tiene que desarrollar. ¿Se puede ser más lerdo?  Y mientras tanto Ministrini secándole las lágrimas a Moratinos.
Patético. Y a todo esto sale el animal -león- de la Riva del alcalde de Valladolid comentando la forma de los labios de Pajín. 
__ ¡Hombre, León, que todos nos habíamos dado cuenta! Pero un poquito de por favor__ Entre ese comentario y lo de la «Señorita Pepis vestida de soldadito» refiriéndose a Chacón, no estás haciendo muchos méritos para el Ministerio de Igualdad, Ministerio que no es que haya desaparecido si no que se ha reconvertido en Secretaría de Estado de Igualdad. Y quien va a estar al cargo?... Doña Bibiana Aído, naturalmente, íntima amiga de Pagín. La flamante ministra es lo primero que ha hecho nada más hacerse cargo de la cartera y antes de quitarse la pulsera mágica. Así que no me extrañaría que a este paso nombrara a León de La Riva, asesor de la Secretaría de Estado de Igualdad y así estaría el circo completo, incluido el ventrílocuo de Rajoy. Mientras tanto puedo apreciar una gran fila de parados que al ritmo de los enanitos de Blanca Nieves van mostrando orgullosos sus pulseritas de colores entonando aquella alegre melodía: “Pajín, Pajín, Pajín, mucho cuidado con lo que haciiiiiiis, Pajín, Pajín, Pajín, a Zapatero no pisiiiiiiiis”.

    Perato
      2014

Bibiana Durmiente


      Érase una vez un país de ilusiones donde moraba la Sra. Ministra D.ª Bibiana Aído Durmiente. Esta ministra que regía  el  Ministerio de Igualdad se despertó un buen día por la mañana soñando que le besaba un príncipe mientras dormía. Rápidamente se incorporó en  su lecho, cogió el teléfono, llamó al Instituto de La Mujer, al sindicato FETE-UGT y a su jefa de gabinete y puso en marcha todo un plan para censurar los cuentos infantiles donde figuraban príncipes que besaban doncellas y doncellas que no reivindicaban sus derechos, considerándolos sexistas.
    ¿De verdad piensa usted, Sra. Ministra, que el cuento de Blancanieves y los siete enanitos es machista? ¡Pero si la estrella del cuento es Blancanieves! Pero si la segunda protagonista del cuento es la bruja. ¿O es que eran travestis las dos? ¿Son machistas los siete enanitos que se pasaban el día currando como enanos en el bosque para tener contenta a Blanca?¿Es machista el Príncipe que ligó con Cenicienta? ¡Pero si se pasó  un montón de tiempo sin tener relaciones hasta que encontró a Cenicienta! y además tuvo que andar toqueteando todos los zapatos de la zona. Y al fin y al cabo, Cenicienta acabó viajando en carroza de cristal y viviendo en un palacete de puta madre y por lo que recuerdo fueron felices, comieron perdices y debieron copular a lo bestia durante el resto de sus días porque no tenían otra cosa que hacer. ¿Y que me dice de Peter Pan? Por esta regla de tres, Peter Pan debería ser gay a juzgar por la vestimenta que usaba. ¿Y el Capitán Garfio procedía de una familia desestructurada? ¿Por eso disfrutaba tanto puteando a Campanilla? Bueno, y Caperucita roja... ¿no es machista? Ah, no, perdón, no es machista porque es roja. De cualquier forma lo de llevar un bocata de panceta a una enferma terminal, tiene mala leche. ¡Joder, con Caperu! ¿Y ese lobo babeando cada vez que la observaba  por el bosque, con su capa roja? ¿Acaso era un voyeur?
    Mire, Bibiana, esto es todo un despropósito. ¿Que pasa, que usted se aburre en ese ministerio inútil que le han creado a su medida? Un ministerio que se crea para reafirmar que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Es como crear un Ministerio para la Paz para reafirmar que la gente tiene que vivir en paz. ¿Pero es que no hay problemas de que ocuparse hoy en día que los cuentos de la Bella Durmiente? Despierte, Sra. Ministra y en primer lugar ilústrese sobre la literatura infantil de hace sesenta años que estaba creada para aquella sociedad, que sin ser igualitaria respecto a la mujer, era la que desgraciadamente tocaba en ese momento. Estoy seguro de que usted dormiría más tranquila si Eva le hubiera arrancado la costilla a Adán, pero la cuestión no fue así desgraciadamente. Que le vamos a hacer. También puede usted cambiar las antiguas escrituras pero pienso que sería mejor dedicarse a promocionar el folklore andaluz y dejarse de calentar los cascos a la gente que tiene otros problemas que atender. Para ser Agustina de Aragón o Juana de Arco hay que estar intelectualmente mejor preparada.

El vuelo de la Vieja Gaviota

        El viento de levante hace flotar a la vieja gaviota, inmóvil, en el aire, mirando fijamente como nace, despacio, el reluciente sol detrás de un horizonte ardiente. Las costas de una lejana tierra, desconocida. Demasiados días, demasiadas noches sin descanso alguno.

A miles de millas unos polluelos juguetean ociosos, ajenos a cualquier realidad que no sea experimentar con las rachas de aire templado y húmedo que les hace elevarse y bajar repetidamente a lo largo de todo el día. Protegidos por la cercanía de la tierra firme crecen felices, ajenos al porvenir incierto. En esa isla perdida en medio de cualquier parte del océano viven al margen de la crudeza de la madurez.


_ ¡Mira Mani, que bien vuelo!
_ ¡Si pero yo llego mucho más alto que tu, Yuli!
_ ¡Ya, pero tú eres mayor!

El largo viaje pesa sobre sus alas cansadas hasta la extenuación. Días infinitos sin atisbar ni un palmo de tierra donde reposar. Siempre por encima de un mar eterno infinito y oscuro, y profundo, que se extendió bajo ella durante jornadas eternas. Su experiencia en el vuelo no fue suficiente para superar al destino después de tantos años.
Nunca quiso involucrarlos en su aventura. Quiso cruzar miles de millas en la más absoluta soledad mientras ellos, disfrutaban del inicio de su madurez aislados por los contornos de aquella isla descubierta por su viejo progenitor.
Muchas horas de sufrimiento cuando el viento racheado conseguía minar el más firme propósito de encontrar aquello que asegurara el futuro de sus pequeños. Con las alas destrozadas por efecto del sol ardiente y entumecida por el frío aterrador de la noche, día tras día se esforzó en mover sus tullidas alas sin pensar en otra cosa que el objetivo marcado; escapar de este mundo para descubrir un paraíso natural donde los vientos rolaran siempre en el mismo sentido. No podía navegar más contra corriente. Exhausta y medio destrozada había encontrado el descanso añorado. Sus desmembradas alas volaron demasiado. El frío aterrador y la humedad extrema debilitaron tanto sus alas que en un último esfuerzo logró remontar una considerable altura, por encima de las nubes, con el vano objetivo de vislumbrar por última vez a sus pequeños polluelos. Pero estaban demasiado lejos para verlos. Abandonando la idea solo le restaba el dejarse caer planeando, ya sin fuerzas, y así llegar al acantilado donde abandonada a su suerte se dejó desplomar cayendo en barrena desde lo más alto del cielo hasta las crispadas y ásperas rocas de aquel precipicio. Sus potentes alas no aguantaron más. Resquebrajadas se estrellaron contra el arrecife que había buscado con tanto empeño. Sus agudos graznidos fueron señal evidente de que el viaje había concluido. Sus ojos pugnaban por seguir manteniendo aquella mirada profunda que durante toda la vida le había caracterizado. Durante eternos minutos sus graznidos desesperados fueron eclipsados por el estruendo de aquellas olas espumosas. Durante horas los ecos de aquellos sonidos se transmitieron a lo largo del mar hasta llegar al infinito. Todas las criaturas marinas se estremecieron con aquellos gritos anunciando muerte.
En aquella isla remota, mientras Yuli revoloteaba una y otra vez, Mani tuvo una percepción lejana. Escuchó algo así como un conocido y débil graznido. No estaba seguro de aquello pero sus sensaciones no fueron buenas. Se quedó petrificado en su roca favorita mirando profundamente el punto por donde salía el sol y un escalofrío le estremeció todo su cuerpo. Supo enseguida lo que pasaba. Una tristeza sin límites le dominó completamente, y volando rápido hasta donde jugaba Yuli le increpó...

_ ¡Yuli, baja ya, por favor!
_ ¡Mani, lo he conseguido, vuelo tan alto como papá...!
_ ¡Baja ahora mismo, te digo!
_ Y si no quiero, ¿se lo dirás a papá?
_ ¡Yuli, no volveremos nunca a ver a nuestro padre!
_ ¡Que cosas dices, le enseñaré como vuelo cuando vuelva!
_ Yuli, papá no volverá nunca más a nuestra isla.
_ ¿Y no le veremos más?
_No, si no vamos a buscarle. Prepárate. Si queremos verle debemos emprender un largo viaje.
_ No importa soy la mejor gaviota de la isla. ¡Aguantaré!

Durante mucho tiempo se apreció en los cielos el vuelo de dos gaviotas que sin separarse apenas unos metros volaron hasta el confín de los cielos. Dejaron atrás temibles tormentas pero volaban por encima de ellas. Superaron nubes oscuras y tenebrosas porque navegaban sobre ellas. Avanzaron siempre contra el viento, pero eso lo tenían superado. Habían tenido buena escuela. Solo guiados por aquellos leves aullidos lograron llegar al acantilado justo momentos después de acostarse el sol en el horizonte. A la vieja gaviota solo le dio tiempo a adivinar la sombra de sus polluelos descendiendo en picado hasta ella. Eso fue todo. A continuación fue cerrando muy despacio sus grandes y profundos ojos hasta morir con la tranquilidad de saber que su Yuli y su Mani habían dominado las artes del vuelo, y eso les garantizaría la seguridad durante toda su vida. Cuando Yuli se acercó a su padre, comenzó a picotearle debajo de sus alas esperando que le hablara de una vez como había hecho desde que nació. Mientras tanto Mani, algo más maduro que Yuli, permanecía inmóvil eludiendo la mirada de su hermana. Él conocía perfectamente la situación. La vieja gaviota le había instruido bien durante su corta vida.
Yuli lanzó una mirada aterradora a su hermano mayor mientras éste seguía evitándole.


_Tenemos que emprender la vuelta a casa, Yuli.
_ ¿Y papa?
_Papá no volverá a volar…


Las dos jóvenes gaviotas emprendieron el vuelo de regreso a su pequeña isla perdida en el océano.


Un diluvio de lágrimas les acompañó durante todo el viaje mientras las criaturas marinas se preguntaban que es lo que había sucedido para que durante tanto tiempo no dejara de llover sobre aquel tenebroso y oscuro mar. La respuesta la encontraron en dos gaviotas que volaban tan alto que apenas se divisaban.
Por encima de los cielos.


    Perato
      02/01/2010

Los pies en la tierra

      En la pequeña mesa de mármol blanco descansan varias botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
Demasiadas botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
En sus mentes revolotean muchos recuerdos de hace demasiados años. Demasiados recuerdos imposibles de organizar en el tiempo. En el ambiente resuena el paso de los segundos uno detrás de otro, impacientes, intentando atropellarse alocadamente. Demasiados segundos martilleando sin pausa mientras apuran el último trago de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo. Cada momento se cruzan una mirada que termina en el reloj de época colgado en una de las paredes de aquella vieja cervecería. Mucho tiempo han estado esperando este momento. Demasiado tiempo sin saber unos de otros.
Vuelven a intercambiar una inquieta mirada mientras encienden otro cigarrillo más. Demasiados cigarrillos que van creando una atmósfera cargada de expectación.
_¿Son las siete ya?
_Si...
    Falta muy poco. En cualquier instante aparecerá alguien por aquella puerta de “Saloon” del viejo oeste. Será el momento. A través de la cristalera se pueden apreciar las figuras de tres personas que se acercan decididas al saloon. Cogen aire justo antes de aparecer alguien con unos ojos azules, claros, relucientes. Esos ojos que se ven una vez y no se olvidan jamás. Esos ojos de National Geografic que se fijan en la memoria y que te persiguen a lo largo de tu vida como un fantasma. Esos ojos capaces de expresar tantas emociones hace más de treinta años. Los mismos ojos que en aquel sótano se clavaban en él preguntándose que pasaría al apagar la tenue luz roja mientras el Gato Stevens maullaba suavemente invadiendo aquella estancia.
Los ojos de la gata de angora que afilaba sus uñas discretamente cuando él intentaba saltarse la línea para acariciarle. Esos ojos expectantes y llenos de vida decoraban ahora la misma sonrisa nerviosa de siempre. Esos ojos estaban ahora allí mismo. A pocos metros. Clavados como aguijones en él.
Sin palabras.
El sudor en las manos.
La boca, como una manada de patos pidiendo pienso.
La cabeza anestesiada por demasiadas cervezas Paulaner Heffe-Weissbier de trigo.
Aquel grito nervioso al verlos subió el telón de una noche apasionante en la vida de aquellos cincuentones.
_ ¿Como estáis?
_Bien, bien…

      El abrazo inicial duró mucho menos de lo que esperaban. Un abrazo discreto. Un tímido abrazo que quería alargarse en el tiempo pero… no podía ser. La realidad se encargó de romperlo mientras, de nuevo, separaban sus brazos el uno del otro.
      El resto de la pandilla aislado con sus recuerdos y sus sensaciones iban dando rienda suelta a todo lo que no se habían contado durante tantos años. Mientras tanto en la esquina de la mesa, aquella vieja silla de madera permanecía impasible ocupada por la ausencia. No estaban todos. Faltaba alguien a quien el destino jugó una mala pasada y no tuvo la más mínima consideración con Ella. Entre risas y recuerdos dirigían alguna mirada fugaz a esa silla ocupada por la ausencia. Durante toda la noche les acompañó como una extraña presencia mientras recordaban antiguas canciones de la época.

No has cambiado sigues siendo tú
y yo sigo igual que siempre,
en seguida te reconocí
fue un latido diferente,
será que tanto tiempo
apenas nos rozó,
solo pasó por dentro.
Como siempre, como ayer,
tú más hombre, yo más mujer,
como niños, sin saber que hacer;
una copa, un café
tu mirando, yo mírame,
sin palabras, igual que aquella vez;
¿Tú que cuentas? yo ¿Como estás?
tú nervioso, yo mucho más,
es extraño, parece todo igual. . . igual.
Se hace tarde y tengo que irme ya
tú te pierdes con la gente,
los recuerdos y la realidad
se confunden lentamente,
espérame un momento
de vernos otra vez
y detener el tiempo.
Un segundo y después
tú a lo tuyo y yo también
como siempre, igual que aquella vez.
(Mocedades)

      Son las tres de la mañana cuando aquella excursión de viejos adolescentes va cerrando uno por uno todos los locales de copas buscando el “Sótano de Inés”
      Pero el “Sótano de Inés” esta cerrado. Cerró hace mucho tiempo. Cerró al mismo tiempo que se cerraron muchas expectativas. El tiempo fue su portero de noche.
Es muy tarde ya.
El sueño se va desvaneciendo.
El embrujo va desapareciendo muy poco a poco pero impasible.
Vuelven a cruzarse miradas llenas de complicidad.
Algunos abrazos se resisten a deshacerse.
Los labios se funden entre sí fugazmente, discretamente, tímidamente.
Algunos robles sonríen exhibiendo sus otoñales cintas amarillas.

      En la fría madrugada… Sudan los ojos.

          Perato
    15/11/2009



Malditos Bastardos