Mostrando entradas con la etiqueta perato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta perato. Mostrar todas las entradas

Bibiana Durmiente


      Érase una vez un país de ilusiones donde moraba la Sra. Ministra D.ª Bibiana Aído Durmiente. Esta ministra que regía  el  Ministerio de Igualdad se despertó un buen día por la mañana soñando que le besaba un príncipe mientras dormía. Rápidamente se incorporó en  su lecho, cogió el teléfono, llamó al Instituto de La Mujer, al sindicato FETE-UGT y a su jefa de gabinete y puso en marcha todo un plan para censurar los cuentos infantiles donde figuraban príncipes que besaban doncellas y doncellas que no reivindicaban sus derechos, considerándolos sexistas.
    ¿De verdad piensa usted, Sra. Ministra, que el cuento de Blancanieves y los siete enanitos es machista? ¡Pero si la estrella del cuento es Blancanieves! Pero si la segunda protagonista del cuento es la bruja. ¿O es que eran travestis las dos? ¿Son machistas los siete enanitos que se pasaban el día currando como enanos en el bosque para tener contenta a Blanca?¿Es machista el Príncipe que ligó con Cenicienta? ¡Pero si se pasó  un montón de tiempo sin tener relaciones hasta que encontró a Cenicienta! y además tuvo que andar toqueteando todos los zapatos de la zona. Y al fin y al cabo, Cenicienta acabó viajando en carroza de cristal y viviendo en un palacete de puta madre y por lo que recuerdo fueron felices, comieron perdices y debieron copular a lo bestia durante el resto de sus días porque no tenían otra cosa que hacer. ¿Y que me dice de Peter Pan? Por esta regla de tres, Peter Pan debería ser gay a juzgar por la vestimenta que usaba. ¿Y el Capitán Garfio procedía de una familia desestructurada? ¿Por eso disfrutaba tanto puteando a Campanilla? Bueno, y Caperucita roja... ¿no es machista? Ah, no, perdón, no es machista porque es roja. De cualquier forma lo de llevar un bocata de panceta a una enferma terminal, tiene mala leche. ¡Joder, con Caperu! ¿Y ese lobo babeando cada vez que la observaba  por el bosque, con su capa roja? ¿Acaso era un voyeur?
    Mire, Bibiana, esto es todo un despropósito. ¿Que pasa, que usted se aburre en ese ministerio inútil que le han creado a su medida? Un ministerio que se crea para reafirmar que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Es como crear un Ministerio para la Paz para reafirmar que la gente tiene que vivir en paz. ¿Pero es que no hay problemas de que ocuparse hoy en día que los cuentos de la Bella Durmiente? Despierte, Sra. Ministra y en primer lugar ilústrese sobre la literatura infantil de hace sesenta años que estaba creada para aquella sociedad, que sin ser igualitaria respecto a la mujer, era la que desgraciadamente tocaba en ese momento. Estoy seguro de que usted dormiría más tranquila si Eva le hubiera arrancado la costilla a Adán, pero la cuestión no fue así desgraciadamente. Que le vamos a hacer. También puede usted cambiar las antiguas escrituras pero pienso que sería mejor dedicarse a promocionar el folklore andaluz y dejarse de calentar los cascos a la gente que tiene otros problemas que atender. Para ser Agustina de Aragón o Juana de Arco hay que estar intelectualmente mejor preparada.

El vuelo de la Vieja Gaviota

        El viento de levante hace flotar a la vieja gaviota, inmóvil, en el aire, mirando fijamente como nace, despacio, el reluciente sol detrás de un horizonte ardiente. Las costas de una lejana tierra, desconocida. Demasiados días, demasiadas noches sin descanso alguno.

A miles de millas unos polluelos juguetean ociosos, ajenos a cualquier realidad que no sea experimentar con las rachas de aire templado y húmedo que les hace elevarse y bajar repetidamente a lo largo de todo el día. Protegidos por la cercanía de la tierra firme crecen felices, ajenos al porvenir incierto. En esa isla perdida en medio de cualquier parte del océano viven al margen de la crudeza de la madurez.


_ ¡Mira Mani, que bien vuelo!
_ ¡Si pero yo llego mucho más alto que tu, Yuli!
_ ¡Ya, pero tú eres mayor!

El largo viaje pesa sobre sus alas cansadas hasta la extenuación. Días infinitos sin atisbar ni un palmo de tierra donde reposar. Siempre por encima de un mar eterno infinito y oscuro, y profundo, que se extendió bajo ella durante jornadas eternas. Su experiencia en el vuelo no fue suficiente para superar al destino después de tantos años.
Nunca quiso involucrarlos en su aventura. Quiso cruzar miles de millas en la más absoluta soledad mientras ellos, disfrutaban del inicio de su madurez aislados por los contornos de aquella isla descubierta por su viejo progenitor.
Muchas horas de sufrimiento cuando el viento racheado conseguía minar el más firme propósito de encontrar aquello que asegurara el futuro de sus pequeños. Con las alas destrozadas por efecto del sol ardiente y entumecida por el frío aterrador de la noche, día tras día se esforzó en mover sus tullidas alas sin pensar en otra cosa que el objetivo marcado; escapar de este mundo para descubrir un paraíso natural donde los vientos rolaran siempre en el mismo sentido. No podía navegar más contra corriente. Exhausta y medio destrozada había encontrado el descanso añorado. Sus desmembradas alas volaron demasiado. El frío aterrador y la humedad extrema debilitaron tanto sus alas que en un último esfuerzo logró remontar una considerable altura, por encima de las nubes, con el vano objetivo de vislumbrar por última vez a sus pequeños polluelos. Pero estaban demasiado lejos para verlos. Abandonando la idea solo le restaba el dejarse caer planeando, ya sin fuerzas, y así llegar al acantilado donde abandonada a su suerte se dejó desplomar cayendo en barrena desde lo más alto del cielo hasta las crispadas y ásperas rocas de aquel precipicio. Sus potentes alas no aguantaron más. Resquebrajadas se estrellaron contra el arrecife que había buscado con tanto empeño. Sus agudos graznidos fueron señal evidente de que el viaje había concluido. Sus ojos pugnaban por seguir manteniendo aquella mirada profunda que durante toda la vida le había caracterizado. Durante eternos minutos sus graznidos desesperados fueron eclipsados por el estruendo de aquellas olas espumosas. Durante horas los ecos de aquellos sonidos se transmitieron a lo largo del mar hasta llegar al infinito. Todas las criaturas marinas se estremecieron con aquellos gritos anunciando muerte.
En aquella isla remota, mientras Yuli revoloteaba una y otra vez, Mani tuvo una percepción lejana. Escuchó algo así como un conocido y débil graznido. No estaba seguro de aquello pero sus sensaciones no fueron buenas. Se quedó petrificado en su roca favorita mirando profundamente el punto por donde salía el sol y un escalofrío le estremeció todo su cuerpo. Supo enseguida lo que pasaba. Una tristeza sin límites le dominó completamente, y volando rápido hasta donde jugaba Yuli le increpó...

_ ¡Yuli, baja ya, por favor!
_ ¡Mani, lo he conseguido, vuelo tan alto como papá...!
_ ¡Baja ahora mismo, te digo!
_ Y si no quiero, ¿se lo dirás a papá?
_ ¡Yuli, no volveremos nunca a ver a nuestro padre!
_ ¡Que cosas dices, le enseñaré como vuelo cuando vuelva!
_ Yuli, papá no volverá nunca más a nuestra isla.
_ ¿Y no le veremos más?
_No, si no vamos a buscarle. Prepárate. Si queremos verle debemos emprender un largo viaje.
_ No importa soy la mejor gaviota de la isla. ¡Aguantaré!

Durante mucho tiempo se apreció en los cielos el vuelo de dos gaviotas que sin separarse apenas unos metros volaron hasta el confín de los cielos. Dejaron atrás temibles tormentas pero volaban por encima de ellas. Superaron nubes oscuras y tenebrosas porque navegaban sobre ellas. Avanzaron siempre contra el viento, pero eso lo tenían superado. Habían tenido buena escuela. Solo guiados por aquellos leves aullidos lograron llegar al acantilado justo momentos después de acostarse el sol en el horizonte. A la vieja gaviota solo le dio tiempo a adivinar la sombra de sus polluelos descendiendo en picado hasta ella. Eso fue todo. A continuación fue cerrando muy despacio sus grandes y profundos ojos hasta morir con la tranquilidad de saber que su Yuli y su Mani habían dominado las artes del vuelo, y eso les garantizaría la seguridad durante toda su vida. Cuando Yuli se acercó a su padre, comenzó a picotearle debajo de sus alas esperando que le hablara de una vez como había hecho desde que nació. Mientras tanto Mani, algo más maduro que Yuli, permanecía inmóvil eludiendo la mirada de su hermana. Él conocía perfectamente la situación. La vieja gaviota le había instruido bien durante su corta vida.
Yuli lanzó una mirada aterradora a su hermano mayor mientras éste seguía evitándole.


_Tenemos que emprender la vuelta a casa, Yuli.
_ ¿Y papa?
_Papá no volverá a volar…


Las dos jóvenes gaviotas emprendieron el vuelo de regreso a su pequeña isla perdida en el océano.


Un diluvio de lágrimas les acompañó durante todo el viaje mientras las criaturas marinas se preguntaban que es lo que había sucedido para que durante tanto tiempo no dejara de llover sobre aquel tenebroso y oscuro mar. La respuesta la encontraron en dos gaviotas que volaban tan alto que apenas se divisaban.
Por encima de los cielos.


    Perato
      02/01/2010

Los pies en la tierra

      En la pequeña mesa de mármol blanco descansan varias botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
Demasiadas botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
En sus mentes revolotean muchos recuerdos de hace demasiados años. Demasiados recuerdos imposibles de organizar en el tiempo. En el ambiente resuena el paso de los segundos uno detrás de otro, impacientes, intentando atropellarse alocadamente. Demasiados segundos martilleando sin pausa mientras apuran el último trago de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo. Cada momento se cruzan una mirada que termina en el reloj de época colgado en una de las paredes de aquella vieja cervecería. Mucho tiempo han estado esperando este momento. Demasiado tiempo sin saber unos de otros.
Vuelven a intercambiar una inquieta mirada mientras encienden otro cigarrillo más. Demasiados cigarrillos que van creando una atmósfera cargada de expectación.
_¿Son las siete ya?
_Si...
    Falta muy poco. En cualquier instante aparecerá alguien por aquella puerta de “Saloon” del viejo oeste. Será el momento. A través de la cristalera se pueden apreciar las figuras de tres personas que se acercan decididas al saloon. Cogen aire justo antes de aparecer alguien con unos ojos azules, claros, relucientes. Esos ojos que se ven una vez y no se olvidan jamás. Esos ojos de National Geografic que se fijan en la memoria y que te persiguen a lo largo de tu vida como un fantasma. Esos ojos capaces de expresar tantas emociones hace más de treinta años. Los mismos ojos que en aquel sótano se clavaban en él preguntándose que pasaría al apagar la tenue luz roja mientras el Gato Stevens maullaba suavemente invadiendo aquella estancia.
Los ojos de la gata de angora que afilaba sus uñas discretamente cuando él intentaba saltarse la línea para acariciarle. Esos ojos expectantes y llenos de vida decoraban ahora la misma sonrisa nerviosa de siempre. Esos ojos estaban ahora allí mismo. A pocos metros. Clavados como aguijones en él.
Sin palabras.
El sudor en las manos.
La boca, como una manada de patos pidiendo pienso.
La cabeza anestesiada por demasiadas cervezas Paulaner Heffe-Weissbier de trigo.
Aquel grito nervioso al verlos subió el telón de una noche apasionante en la vida de aquellos cincuentones.
_ ¿Como estáis?
_Bien, bien…

      El abrazo inicial duró mucho menos de lo que esperaban. Un abrazo discreto. Un tímido abrazo que quería alargarse en el tiempo pero… no podía ser. La realidad se encargó de romperlo mientras, de nuevo, separaban sus brazos el uno del otro.
      El resto de la pandilla aislado con sus recuerdos y sus sensaciones iban dando rienda suelta a todo lo que no se habían contado durante tantos años. Mientras tanto en la esquina de la mesa, aquella vieja silla de madera permanecía impasible ocupada por la ausencia. No estaban todos. Faltaba alguien a quien el destino jugó una mala pasada y no tuvo la más mínima consideración con Ella. Entre risas y recuerdos dirigían alguna mirada fugaz a esa silla ocupada por la ausencia. Durante toda la noche les acompañó como una extraña presencia mientras recordaban antiguas canciones de la época.

No has cambiado sigues siendo tú
y yo sigo igual que siempre,
en seguida te reconocí
fue un latido diferente,
será que tanto tiempo
apenas nos rozó,
solo pasó por dentro.
Como siempre, como ayer,
tú más hombre, yo más mujer,
como niños, sin saber que hacer;
una copa, un café
tu mirando, yo mírame,
sin palabras, igual que aquella vez;
¿Tú que cuentas? yo ¿Como estás?
tú nervioso, yo mucho más,
es extraño, parece todo igual. . . igual.
Se hace tarde y tengo que irme ya
tú te pierdes con la gente,
los recuerdos y la realidad
se confunden lentamente,
espérame un momento
de vernos otra vez
y detener el tiempo.
Un segundo y después
tú a lo tuyo y yo también
como siempre, igual que aquella vez.
(Mocedades)

      Son las tres de la mañana cuando aquella excursión de viejos adolescentes va cerrando uno por uno todos los locales de copas buscando el “Sótano de Inés”
      Pero el “Sótano de Inés” esta cerrado. Cerró hace mucho tiempo. Cerró al mismo tiempo que se cerraron muchas expectativas. El tiempo fue su portero de noche.
Es muy tarde ya.
El sueño se va desvaneciendo.
El embrujo va desapareciendo muy poco a poco pero impasible.
Vuelven a cruzarse miradas llenas de complicidad.
Algunos abrazos se resisten a deshacerse.
Los labios se funden entre sí fugazmente, discretamente, tímidamente.
Algunos robles sonríen exhibiendo sus otoñales cintas amarillas.

      En la fría madrugada… Sudan los ojos.

          Perato
    15/11/2009



Como has podido

       Todos tus viajes increíbles nos daban envidia pero nos resignábamos a quedarnos en tierra. Pero en este último me cuesta más que nunca no acompañarte. Donde estés quiero estar contigo, compañero. Si siempre fuimos dichosos a tu lado, por que no seguir contigo allá donde te encuentres. Cuando tus cenizas sean esparcidas por los paisajes que adorabas, yo quiero estar contigo. Nos has dejado realmente, pero virtualmente no lo consentiremos, seguirás con nosotros. Nos ofreciste una amistad real y divertida hasta en los momentos mas duros de tu vida y ahora de golpe y porrazo nos lo arrebatas.

    Como has podido hacernos esto...

      Nos dejas huérfanos de tu cariño en el peor momento, cuando más te necesitábamos. En que estarías pensando cuando dejaste de luchar. Si en otras ocasiones lo conseguiste, por que no ahora? Nos ofendes con tu desaparición, después de haber estado acostumbrados a ti durante tanto tiempo.

    Como has podido hacernos esto...

      En el momento justo en el que se dormía tu corazón sentí que un trueno rasgaba el cielo oscuro y un diluvio de
saltantes me atenazaba la garganta. Nadie volverá a preguntarte nunca ¿que son saltantes? La respuesta solo tu la sabías. Cometiste el error de ser entrañable y no te puedes imaginar el daño que nos has hecho. No quiero volver a conocer a alguien como tú para que al final se vaya y me haga sufrir de nuevo.

     Como has podido hacernos esto...

      Dime que solo eres un cabronazo, que nos estas tomando el pelo otra vez. Dímelo, Dolfo, porque este último viaje también para mí es increíble. Y si no es así, confío en que allá donde estés, tengas buena cobertura para poder escuchar a toda la gente que te tiene que seguir hablando de tantas cosas, compañero del alma, compañero.


          "Perato"

Madrid, junio de 2008

Rojo, Blanco y negro


A la una de la madrugada, la furgoneta acondicionada para pasar la noche, le espera aparcada en una de las calles más tranquilas que encontró nada más llegar a la ciudad. Vuelve andando, despacio, después de haberse despedido de sus tres amigos de siempre. Larga despedida entre risas y copas. Tan larga como el tiempo que no coincidía con uno de ellos. Veintitrés años nada menos.
Abre la puerta trasera del vehículo y se tumba sobre las colchonetas dispuestas a lo largo. Hace calor y deja el portón medio abierto.

__SMS- ¿Cuál es el mejor tramo para correr?
__SMS- ¿Pero tú donde estas?
__SMS- ¡Que pregunta más lerda!
__SMS- En Imarcoaín, a diez kilómetros de Pamplona.
__SMS- ¿Estás en Pamplona, cabronazo?
__SMS- Ya lo ves.
__SMS- Vale, nos vemos en  Blanca de Navarra en media hora.

Cuando se encontró con sus amigos después de tanto tiempo no pudo evitar la emoción. Esa sonrisa de siempre mezclada con la cara de sorpresa se le quedará marcada para mucho tiempo. Ese abrazo de bienvenida era verdaderamente largo y sincero pues ninguno aflojaba como queriendo suplir tanto tiempo de ausencia.

Se va acurrucando en el saco mientras coloca los cojines que le sirven de almohada. Casi completamente a oscuras se quita el reloj y ajusta la alarma poniendo mucho cuidado en no equivocarse.

El sofoco del reencuentro va desapareciendo mientras dan cuenta de sendas jarras de cerveza fresca.
__ ¡Por nosotros… ¡
__ ¡Por nosotros!
No dejan de mirarse intentando adivinar quien será el primero en recordar las consabidas batallitas de la mili. O quizás se observan comparando sus respectivas tripitas cerveceras. Juana no ha cambiado en absoluto. Delgada y estilizada, como siempre. Julio, su marido, algo más grueso, aunque insiste en que no pasa de los ochenta kilos. Joaquín, también algo mas rollizo pero con la misma sonrisa de bonachón que le caracterizó siempre.

Intenta coger el sueño recordando el sabor de las trufas que hacía Juana hace más de veinte años cuando ellos estaban juntos, en Valladolid, cumpliendo con el servicio militar. Ese aroma es una de esas cosas que se llevan consigo durante toda la vida.
Sigue sudando sin poder conciliar el sueño. No deja de pensar en cómo se desarrollará la carrera.
Alguien con más de una copa pasa dando trompicones y cantando algo irreconocible cerca del coche. Espera que pase de largo cuanto antes.

Deciden ir a cenar algo rápido pues no quieren que se les alargue la noche. Mañana será un día emocionante.
__ ¿Quieres un bocadillo de ajoarriero?
__ ¿Ajoarriero en bocadillo? Vale.
Siempre le ha encantado el ajoarriero, ya sea en cazuela de barro, perolo, taperware o en bocadillo.
Los pies pegados, como siempre, al suelo pegajoso de aquel bar.

El sueño de los mejores tiempos pasados lo rompe poco a poco el sonido peculiar del despertador del teléfono móvil.
5H. 30mn. Las legañas funden los párpados con fuerza y solo se desprenden cuando se incorpora en su improvisado lecho. El fogonazo de la farola encendida es lo primero que ve al frotarse los ojos con sus dedos sudorosos. A trancas y barrancas se va vistiendo, medio encorvado, dentro de su habitáculo.
__El nudo de la faja es a izquierdas o a derechas?
Se anuda el pañuelico rojo recordando la ancestral simbología de la sangre derramada en el degollamiento de San Fermín en Ambers en el siglo XVIII.
__No es momento de pensar en sangre, precisamente.
Intenta no llevar nada más que lo imprescindible. Solo las llaves del coche y el carnet de identidad.

El amanecer, fresco.
El paso, rápido.
El ánimo dispuesto.
La ilusión encendida.

Van pasando las farolas de dos en dos mientras se dirige al tramo que anoche estudió con tanto cuidado asesorado por sus compañeros de siempre.
Cafetería Belagua. A medio camino entre Estafeta y Telefónica. Ese es el lugar idóneo. Mira y remira el suelo de adoquines. Pasa el pie una u otra vez examinando el grado de adherencia. El pavimento está ligeramente húmedo todavía pero faltan casi dos horas y media para que comience el encierro.
__Para entonces estará seco?
            Al cabo de un buen rato deambulando por el recorrido observa a otros mozos que emplean estos últimos momentos en realizar estiramientos, flexiones, etc. cada uno con la mirada extraviada no se sabe donde.
La policía municipal y la ertzaintza van acotando las zonas del recorrido.
Uno de los mozos lleva una camiseta blanca con la foto de sus hijos en blanco y negro impresa por delante y por detrás.
Hay quien se santigua dos veces discretamente mirando al suelo.
Una pareja de americanos se dan masajes apoyados en la fachada de Estafeta.
Alguien que no va a correr el encierro, y con la camiseta completamente teñida de calimocho se aproxima medio tambaleándose levantando la mano en forma de saludo. El no le rehuye el gesto y chocan sus manos como si se conocieran de toda la vida.
Los encargados de montar el vallado terminan de realizar su trabajo rodeando físicamente a los espectadores que se han hecho fuertes a lo largo del recorrido.
Un mozo, entrado en años, se ata los cordones de las zapatillas con una liturgia especial y prácticamente sin flexionar las rodillas. Otro, va enrollando parsimoniosamente un ejemplar del Diario de Navarra.
Son muchos los que siguen frotando el suelo con cierta desconfianza.
Parece que se va secando, poco a poco.
Faltan escasamente diez minutos para detonar el cohete que anuncia la apertura de los corrales.
Los corredores se entremezclan con la gente que solo aspira a simular que han corrido el encierro.
En uno de los balcones, repletos de gente, se asoma una joven rubia despampanante. Uno de los mozos le grita:
__¡¡Rubia, coqueta, enséñanos las tetas!!
Un segundo después un coro de veinte o treinta mozos entonan a la vez.
__¡¡Rubia, coqueta, enséñanos las tetas!!
A continuación un estruendo de cientos de voces que abarrotan la calle, corean al unísono:
__¡¡Rubia, coqueta, enséñanos las tetas!!

El momento se hace eterno. Las pulsaciones revolucionadas. De pronto se abren las compuertas y una masa de gente vestida de blanco y rojo, echa a correr. La mayoría para llegar cuanto antes a la plaza de toros sin pagar la entrada. El resto, para situarse en el tramo de encierro escogido con antelación. Faltan menos de tres minutos para el comienzo. Calcula mentalmente el tiempo que tardarán los toros en llegar a Estafeta. Un minuto y cincuenta segundos. La mayoría de la gente que abarrotaban la calle ya están en la plaza cuando suena el cohete anunciando la apertura de la puerta de los corrales de Santo Domingo. Montones de falsos corredores comienzan la carrera mucho antes de que lleguen los primeros toros.
Comienza a dar saltos intentando mirar por encima de las cabezas de los demás. El corazón está a punto de estallar. Mira fugazmente el reloj. No faltarán más de seis o siete segundos. Está completamente empapado en sudor. Sudor helado. Último vistazo rápido al reloj. Un minuto y cuarenta segundos. Los gritos de los primeros corredores se hacen más y más evidentes. Resuenan por toda la calle
¡Ahí están!
Cuando faltan apenas treinta metros para que lleguen los primeros cabestros, emprende la carrera, procurando situarse en el centro de la calle. Después de varias zancadas ya entiende que ha igualado la velocidad de los toros cuando mira un instante hacia atrás mientras intenta mantener la velocidad constante. Entre la masa de corredores puede adivinar la cornamenta de uno de los toros de setecientos kilos que como una locomotora se va acercando peligrosamente moviendo la testuz arriba y abajo al ritmo de su carrera. Vuelve la cabeza de nuevo aumentando la velocidad considerablemente a la vez que va apartando a manotazos a los mozos que le estorban a su paso. No quiere volver la cabeza de nuevo pero adivina la distancia de los morlacos. Escucha el sonido de sus pezuñas chocando contra el adoquinado.
¡Están encima!
 El terror le hace correr desesperadamente. Quiere volver la vista pero el pánico se lo impide. En un instante deja de ver las espaldas de los corredores que van delante. Todo se vuelve móvil y borroso. Sus ojos no consiguen enfocar nada en absoluto. Una sacudida, un golpe seco, es lo que le ha hecho rodar por el suelo cubriéndose la cabeza con los brazos y dejando una apertura por donde observa multitud de zapatillas pasando a toda velocidad a centímetros de su cara. Siente como el resto de los corredores le pisotean en su carrera mientras espera de un momento a otro el momento en que uno de los toros rezagados le pase por encima. Los segundos se paran en seco. Se hace el silencio absoluto. El cuerpo contraído e inmóvil. La respiración contenida. Por debajo del brazo ve pasar fugazmente las pezuñas de los últimos toros rezagados. A casi un metro de distancia pasa Temeroso ignorándole completamente mientras ruega que esos ojos blancos y grandes no se fijen en él. Justo a continuación ve a un mozo vestido con una camiseta verde.
¿Será uno de los pastores?
La vara que lleva en la mano le confirma que efectivamente es un pastor cerrando el paso de la manada. En ese preciso instante siente un manotazo en la espalda y escucha:
¡Levanta, ya han pasado!
Vuelve a entrar algo de aire en los pulmones. Siente que sus poros se abren alocadamente. Comienza a notar el frescor del sudor en su cara. Se levanta de inmediato pero sus piernas se empeñan en tambalearse. Se intenta examinar buscando alguna mancha en su vestimenta. Está bien, solo algunas rozaduras que no le producen ningún dolor. Los toros del Ventorrillo han tenido mucho esmero en esta ocasión. Andando a trompicones se dirige hacia una de las salidas del recorrido, intentando plasmar en su mente esos diez segundos que transcurrieron entre el momento de emprender la carrera hasta la palmadita en el suelo que le propinó algún corredor avezado. Su corazón sigue a un ritmo enloquecido. Ha sido un momento excepcional. La excitación era casi insoportable. Llevaba muchos años esperando este momento, veinticinco. Se va encaminando hacia el coche y se apresura a encender el teléfono. Mientras, se remoja con el agua del bidón. Sigue sudando inconteniblemente. Escucha el sonido de las llamadas perdidas y de los mensajes sms.
__SMS- DESPIERTA YA QUE SON LAS NUEVE…

Es Julio. Le llama desde Barajas y no se ha convencido de que lo de correr el encierro iba en serio.

__SMS- ¿ESTÁS BIEN? NO TE HE VISTO EN LA TELE…

Es Jesús, le dije que iba a correr el día 10 y fue el primero en llamar.
Arranca el coche, ajusta el navegador y en pocos minutos enfila la autopista con dirección a Madrid mientras sigue sonando el teléfono.
Apenas lo escucha.
Lo ignora mientras sigue obsesionado con recordar una y mil veces el delirio rojo, blanco y negro. 

        Perato
       Año 2008

Ángeles Custodios


      En la plaza, solo quedan algunos nostálgicos, los de siempre, empecinados en dejar seco el vaso apoyado sobre el banco del bar de siempre.
En la noche, solo el tímido silbido del aire mareando las hojas de los árboles.
En los vasos, solo algunos resquicios de hielo derretido mezclado con restos de licor.
En las mentes, solo la resistencia a la profanación de aquel lugar que durante tantos años fue su íntima morada.

Tantas veces frecuentándolo en las más variadas situaciones les dieron, a los dos,  motivos suficientes para erguirse como Ángeles Custodios del paraíso que supuso durante tantos años aquel lugar tan especial. Su atracción mágica no había disminuido desde hacía más de treinta años. Es más, a medida que transcurría el tiempo para ellos, era más intensa la atracción que les producía. Nunca entendieron por qué. Ni el interés paisajístico, ni el sentido histórico ni el valor arqueológico, eran suficiente para entender la seducción que les provocaba ese lugar. Iba mucho más allá de lo que el razonamiento les dictaba. Al ascender con aquella parsimonia histórica por las faldas de la fortaleza, no iban pensando sino en que nada ni nadie profanara el templo donde se cultivaron personalmente durante tantos años. El único sonido de un vehículo acercándose a su territorio les producía una sensación de alerta contra lo que nadie llegaría a entender jamás. El escuchar voces estridentes dentro de la fortaleza les provocaba una inmensa consternación. Solo el observar a la gente deambulando vulgarmente por sus inmediaciones, interfiriendo en el sonido del viento, les ocasionaba un desaliento contenido. Nunca soportaron que algo pudiera  romper el hechizo que suponía internarse en aquel recinto encantado.

Esta noche media Luna encendida resplandece entre las almenas jugando al escondite entre nubes deshilachadas. El sonido del vacío es interrumpido por suaves ráfagas del viento del norte.
Descalzo, asciende paso a paso por la rampa de acceso a la fortaleza a la vez que se va despojando  parsimoniosamente de su atuendo. Sus pies erosionados por las abrasivas piedras le transportan por fin, a La Puerta de Los Califas.
El frío intenso.
La piel erizada.
Su mente y su cuerpo completamente desnudos.
Los brazos extendidos.
Las piernas abiertas.
La mirada fija.
Sus ojos ampliamente abiertos e irritados.
El tiempo completamente parado.
Su cuerpo descubierto resplandece levemente bajo la luz de la Luna.
Ahora nada interfiere en la fusión con el místico paraje.
Enteramente sometido a la fuerza que ejerce El Templo, permanece inmóvil, impasible, redimiéndose de la vulgar realidad.
Alzando lentamente la mirada a la vez que una estrella fugaz ilumina como un flash el cielo transparente, dejando un rastro de luz blanquecina que tarda unos segundos en desaparecer por completo. Es la señal de ratificación que el más allá, otorga a los Ángeles Custodios.
Después de media hora y con los miembros ateridos y entumecidos vuelve a desandar el camino, de espaldas a la Luna y recuperando pausadamente sus ropas extendidas a lo largo de la fortaleza. Desciende la rampa a la vez que va recobrando el sentido del mundo real.
Acaba el éxtasis. Nada importa entonces. Ese territorio fue, es y será suyo mucho más allá de su existencia temporal. Nadie, absolutamente, tendrá derecho a invadir un territorio que le perteneció, íntimamente, desde siempre. Cualquier ser vulgar debería rendir pleitesía a aquellos guardianes de los sueños y de lo infinito. Y si no es así, en un futuro, cuando ellos hayan sucumbido a la vida material será el vuelo de los buitres… O el eco del viento enredando entre las almenas… O el aroma del tomillo pisado y la manzanilla... Será la sombra de las tenebrosas nubes del estío… O será la misma historia de aquel lugar… O quizás el travieso pulular de las ánimas que desde siempre han levitado por aquella fortaleza, quienes harán cumplir la pleitesía en aquel Templo Eterno.
            Pero ellos, desde cualquier lugar, y para siempre, seguirán vigilando todo aquello que llegue a perturbar el equilibrio de La Eternidad.


            "Perato"
    Quintanas de Gormaz
      8 de agosto de 2008

ICNITAS


El año pasado, por estas fechas, tuvimos la ocasión de visitar las huellas (icnitas) que un mamífero prehistórico dejó grabadas en una antigua charca hace 25 millones de años en lo que hoy es la localidad oscense de Ábiego.  La claridad de esas huellas nos impresionó gratamente y por unos momentos nos intentamos remontar a aquella época imaginando cómo sería aquel paraje lleno de animales impresionantes.
            Hace unos días hemos vuelto por la zona acompañados por unos amigos que tenían interés en conocer las icnitas de Ábiego. Nos bajamos de los coches muy orgullosos de poder mostrarles las huellas pero cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar al lugar nos encontramos con que muchas de las huellas han sido embadurnadas de una pintura negra parecida a brea. Después de volvernos locos buscando un motivo de semejante cosa, llegamos a la conclusión de que las habían pintado para que resaltaran más sobre la caliza blanca. En esta ocasión, en vez de ponernos a imaginar como era el paraje hace 45 millones de años, nos preguntamos: ¿Cual ha sido el criterio para pintar unas icnitas que se veían perfectamente a simple vista? ¿Quién ha sido el cretino que ha decidido toquetear, alegremente, algo que ha permanecido 45 millones de años inalterable?
¿Cómo es posible que se nos prive de admirar algo tan natural?
Claro, debe ser el mismo imbécil que se llevó hace años las losas que aparecieron con icnitas de un apreciable tamaño.
¿Sería posible encontrar al tonto del cubo y la brocha?
¿Alguien ha visto a esa lumbrera?
¿Tendrá la autorización del Ayuntamiento de Abiego?
¿Tendrá el consentimiento de algún catedrático de Paleontología?
¿Se puede actuar judicialmente contra él?
En el pueblo, dos lugareños de avanzada edad sentados en un poyete de la calle nos comentan con tristeza, que no saben porqué han pintado las huellas. Ni ellos mismos lo entienden.

Nos volvemos a subir a los coches pensando en dejar un cartel…

“SE BUSCA A UN IMBÉCIL CON UN CUBO Y UNA BROCHA”

Bien, De Juana, Bien

       Por fín nuestro amigo De Juana Chaos ha entrado en la cárcel y ha entrado en razón. Dos entradas que a muchos nos llena de un gozo especial. Ha entrado en la cárcel de donde nunca debió salir y ha entrado en razón al entender que el verdadero castigo para sus asesinatos, lejos de cumplir varios años de cárcel, es el de autoejecutarse dejando de comer.

       Bien, De Juana. Gracias por ahorrarle a las autoridades penitenciarias otro trago más. Tu mismo, De Juana has decidido juzgarte merecedor de la muerte y adjudicarte la misión del verdugo. Bien, De Juana, bien. En la cárcel de Martutene tendremos menos ocasiones de que los medios de comunicación nos ofrezcan imágenes de tu lento deterioro. Gracias De juana por intentar sentar un precedente con esta decisión, ahora que ni siquiera a Rubalcava le importa un carajo tu asquerosa vida. Gracias te digo por ayudar a que otras alimañas de ETA sigan tus mismos pasos. No puedo imajinar que el fin de ETA vaya a ser por inanición en vez de negociación. Oye, De Juana, ¿Tu crees que esta actitud será contagiosa? Dame una alegría y dime que vas a cumplir tu palabra y no vas a probar ni un bocadito de sanwich de jamón york.

Chao, De Juana

     1987 fue, sin duda, un año horribilis para josé ignacio de juana chaos. Fue el año en que las fuerzas de seguridad le dieron caza (nunca mejor dicho) junto a varios “compañeros de trabajo”.
¡Con los buenos resultados que había obtenido en 1986…! En aquel año solo pudo asesinar a veinticinco ciudadanos de este país. Y mira que lo intentó, pero no pudo asesinar a nadie más, ni siquiera al fiscal Burón Barba, ni al presidente del Supremo Antonio Hernández Gil, ni a los setenta heridos de la plaza de República Dominicana.
En fin, no todo sale como uno piensa, pero de todas formas no estuvo mal, veinticinco cadáveres destrozados en menos de doce meses. Demasiado trabajo y responsabilidad al hacerse cargo de la dirección del comando Madrid a principios de 1986. Pero ya tuvo que dejar de asesinar.
Los jueces torturadores de este país le condenaron a cerca de tres mil años de cárcel de los que cumplió menos de veinte, es decir, apenas un año de cárcel por muerto. Y todo fue legal. Se le redimió pena por estudiar, por escribir, por trabajar… siempre siguiendo rigurosamente un código penal establecido hace años y que ningún partido político tuvo arrestos de modificar. Tan ineptos somos los votantes de este país, por mucho que digan algunos, como los políticos responsables de gestar las leyes que determinan el tiempo en prisión de una alimaña como josé ignacio de juana chaos.
El 2006 vuelve a ser un año horribilis para este individuo. Cuando ya se veía en la calle después de cumplir su condena por los veinticinco asesinatos, decide que no quiere cumplir tres años más por amenazas terroristas y que se declara en huelga de hambre hasta que lo excarcelen.
¿Y la gente que piensa de todo esto?
¿Qué al pobre hombre le deberían mandar a su casa?
¿Qué lo peor que puede pasar es que
 "se nos muera en los brazos"?
¿Qué al fin y al cabo ya casi había cumplido sus penas?
Pués no, creo que no es esto lo que piensan la mayoría de los ciudadanos de este país. Otra cosa es que lo digan. Creo que la gente de este país está rabiosamente enfrentada a esta resolución de nuestros gobernantes mientras la alimaña recobra el conocimiento cada vez que se revuelca con su novia en la ducha de su habitación.
¿Pero no estaba tan grave?
Para esto si tiene fuerzas este mal nacido, y también para salir andando de la ambulancia que le trasladó a su querida tierra euskalduna. ¡Que vergüenza!, primero intentan matarnos y luego a los que quedamos nos engañan miserablemente. Y si a alguien se le ocurre hablar de pena de muerte o cadena perpetua enseguida le tachan de inhumano, inmoral y retrógrado. Pues bien, querido josé ignacio, yo te digo que aborrezco la pena de muerte para ti, porque esto acabaría con la posibilidad de que sufrieras todo lo que tu podrido ser fuera capaz de sufrir.
Hoy yo te digo: ¡Chao! de juana, púdrete en el infierno de tu asqueroso futuro contando una y otra vez el número de huérfanos que provocaste.
¡Chao! de juana, sigue viviendo con el miedo a que algún familiar de tus víctimas se tome la justicia por su mano y acabe con tu asquerosa vida.
¡Chao! de juana, me despido confiando ciegamente en que los revolcones con tu novia nunca lleguen a engendrar otro ser tan despreciable y repugnante como tú, de juana.

           
                  Perato
Madrid, 17 de marzo de 2007

El Niño Amarillo


        Aproximadamente al año de comenzar la nueva tortura existencial suena el teléfono para proponerle al Viajero una nueva tarea que por otra parte le procure un poco de sosiego profesional.
__ ¿Una semana en dónde?
__En Ouarzazate.
__ ¿En Albacete?
__No, no en Ouarzazate, en Marruecos.
__Sí, entiendo, vale, estoy libre.

Sin saber muchos más detalles el viajero no lo piensa dos veces. Le da lo mismo ir a Ouarzazate que a Albacete que a San Sebastián de los Reyes, lo único que le importa es huir cuanto más lejos mejor.

El avión sale a las 18h. De la Gate 4ª de la terminal 3 del único aeropuerto que hay. Dyc con Cocacola mientras se reúne el grupo de 8 técnicos que compartirán las vicisitudes de este trabajo. Bromas típicas de aeropuertos, saludos, pasaportes en la mano, tarjetas de embarque que hay que interpretar... y la confusión de algunos al apercibiese de que la hora de llegada a Marruecos es la misma que la salida de Barajas, las 22h.

Después de las bromas al despegar, las bromas durante el vuelo y las bromas al aterrizar llegan al parking donde varias furgonetas están esperando para transportarles a los hoteles. Después de cargar las maletas en las bacas de los vehículos estos se desplazan hasta los hoteles donde se ubicará el equipo técnico. Es noche cerrada y la temperatura agradable. El hotel Al Farah Al Janoub situado en los arrabales del pueblo es uno de los peores hoteles de cuatro estrellas de la zona. La habitación que funciona la luz, se le sale el agua del water. La que no se le sale el agua, no funciona el aire acondicionado. En la que funciona la luz y el aire huele de espanto etc. La habitación que comparte  El Viajero con otro técnico no es de las peores. Funciona un poco la luz, otro poco el aire acondicionado y apenas se sale el agua en el cuarto de baño.
No obstante todo un lujo dadas las condiciones.

Amanece en Ouarzarzate después de haber pasado la noche buscando la mejor posición en la cama o por lo menos la mejor forma de dejar de sudar entre las sábanas. Desayuno en el hotel a base de mermeladas dulzonas, café de puchero y algo de bollería tradicional.
Treinta grados a las 8 de la mañana mientras los técnicos esperan en la puerta del hotel Al Farah Al Janoub a las furgonetas que les trasladarán a la carpa donde se celebrará el evento, no sin antes proveerse de los clásicos “chechs” torpemente anudados a la cabeza. El Viajero no hace más que pensar cual será la máxima temperatura que se puede alcanzar en esa zona del mundo a las cuatro de la tarde del 15 de septiembre de 2001.
Con cierto retraso por fin parten hacinados en los polvorientos vehículos en dirección a dios sabe donde. Después de cruzar los diferentes barrios de Ouarzarzate enfilan una estrechísima pista asfaltada donde los transeúntes no dejan de pasar en una dirección y en otra, montados en bicicletas destartaladas o en peculiares sandalias hechas a base de trozos de neumáticos atadas con cuerdas al dedo gordo y al talón. Los conductores llevan una velocidad endiablada pasando a escasos centímetros de los viandantes con los que se cruzan en la carretera. La temperatura en el interior de las furgonetas se va incrementando poco a poco hasta el punto de ser insoportable. Alguno de los pasajeros abre la ventanilla del coche para respirar un poco ante el enfado del chofer que le obliga a cerrarla de nuevo ante el asombro de los demás pasajeros. Al cabo de unos pocos kilómetros la caravana abandona la carretera asfaltada para adentrarse en una pista arenosa y bacheada montando una nube de polvo que impide ver mas allá de diez metros por delante de cada furgoneta. Ahora es cuando comprenden el porqué de llevar las ventanas cerradas. Eternos minutos transcurren entre una nube de polvo arenoso y ardiente mientras se internan por un desierto pedregoso y desolador hasta que al fondo, en el horizonte se comienza a vislumbrar una especie de carpa blanca que se confunde con la nube de polvo. A medida que se van acercando van dándose cuenta de que es una carpa de un tamaño considerable. De lejos da la impresión de que va creciendo más y más. Se confirma que es una carpa blanca y grande. Muy grande. Una carpa enorme. El Viajero está convencido de que es la madre de todas las carpas. Se van deteniendo las furgonetas a la vez que se levanta un viento caliente y anaranjado que va tiñendo de rojo la inacabable carpa. Echan pie a tierra mirando ensimismados hacia un andamio pegado a uno de los lados, donde un hombrecillo haraposo no hace más que limpiar de polvo la superficie de la carpa mientras el viento se encarga de volver a mancharla de polvo fino rojo. El hombrecillo armado con una especie de fregona sigue pasándola una y otra vez, sin prisas, sin demasiada ilusión, despacio, muy despacio, de un lado a otro, una y otra vez. Los técnicos se miran unos a otros sin mediar palabra.

El Grito de la Ballena

    El Viajero piensa que su viaje ha terminado.
El V
iajero ha vivido ausente durante más de un año. 
El Viajero no tiene hoy donde viajar y los viajeritos se preguntan porqué papá no viaja ya.
El Viajero ha tenido un mal viaje en el tiempo.
El Viajero pensaba que podía ir a cualquier sitio con un pequeño pero gran equipaje de honestidad.
El equipaje del Viajero no le quita el frío de la noche rasa en silencio. Al Viajero le pasan por la imaginación pesadillas irreales, frías...
__ No hay nada que hacer...
El Viajero siempre se mueve con un equipaje que deja en su lugar de origen. El amor de su viajera y la confianza de sus viajeritos que le miran a los ojos cuando llega todas las noches a casa.
Los Grandes Viajeros le miran a los ojos cuando llega a casa el domingo.
El Viajero se mira al espejo cuando llega a casa...
... y ve canas, algunas arrugas en su frente y siente algo de vergüenza cuando no encuentra contestación a las preguntas.
El viaje ha concluido.
Volverá a viajar ?
Las letras salen de su estupendo Roller buscando ansiosas donde posarse. Fluye la tinta buscando desesperadamente donde plasmarse mientras le sudan los ojos como la sangre buscando la brecha.
Todo el esfuerzo ha servido para crear en el Viajero una sensación de fracaso y en los suyos un interrogante.
El Viajero le toma la mano en esa noche sin sueño. La viajera disimula una lágrima y calla...
Hay poco que decir.
Ojos tristes.
La tristeza es la sopa diaria de los viajeros solos.
¿Porqué seguir?
¿Que sentido tiene?
Sigue, como siempre, sin encontrar respuestas.
Hacen falta reaños para seguir.
Hace falta reaños para parar.
Las pecas del viajerito están hoy más marcadas que nunca mientras pregunta:
_ ¿Papi, mañana trabajas?
Ópera Prima siempre. Nada tiene sentido. Todo, banal y oscuro...
Otra vez. La historia se repite de nuevo.
Han sido siete años de viaje en redondo. Cuando el Viajero se pierde entre la niebla de las montañas camina siempre hacia el lado izquierdo hasta que acaba en el mismo lugar de origen.
Punto de comienzo.
Después de 25 años de viaje se encuentra prácticamente en el mismo sitio.
Madurez?
Es cara la madurez.
El desafío, el proyecto de ambición triunfa.
El Viajero busca consuelo en el recuerdo de Nícola, su entrañable Nícola. Allá donde estés, Nícola, te llama tu hombre especial. Tu sola serías suficiente consuelo para este estúpido ser.
El viajero no quiere volver a casa
La puerta, cerrada.
¿Premonición?
El Viajero baja las escaleras despacio y vuelve a refugiarse detrás del micrófono del karaoke.
La noche, fría y clara.
La calle, vacía.
El horizonte, más lejano que nunca.
El Viajero busca algún rayo de luz al amanecer.
¿Amanece?
Murió por segunda vez, en el meridiano de su vida.
Su esfuerzo solo ha servido para experimentar con las sensaciones del fracaso más absoluto. Y se lo intenta contar a sus viajeritos.
Durante casi un año solo hace que lamentarse de su fracaso hasta que el límite del sufrimiento le hace recapacitar y borrar de un plumazo su asquerosa experiencia. Piensa que su relato termina en este momento.
Las Coplas de Manrique se vuelven a pasar por la mente de este fracasado recordándole que el tiempo pasa y no se puede luchar contra él. Es más práctico convivir con él pues no queda otro remedio. La única solución factible es sobrevivir de cualquiera de las formas.
Sigue pasando el tiempo a una velocidad tremendamente asimilable.

   Perato
Año 2000

INVECO PEGASUS

           Allá por el mes de Abril en San Sebastián de los Reyes terminaron las obras del nuevo Concesionario de Vehículos Industriales INVECO PELASUS, lo que supuso su inmediata inauguración. A estas alturas de la temporada el técnico tiene a todos los técnicos asistiendo determinados eventos por lo que decide realizar el mismo esta instalación. La cosa parece muy sencilla ya que solo necesitan una megafonía para 100 personas con un solo micro inalámbrico. El único problema es que la inauguración comienza a las 19:30h. Y después hay un cócktail que puede durar una eternidad pero de cualquier forma es un trabajo liviano.
El técnico prefiere salir con tiempo hacia el concesionario pues este se encuentra en un polígono industrial del pueblo de San Sebastián de los Reyes y ya se sabe con los polígonos si no se conocen...
No sin cierta dificultad el técnico da con la sede en cuestión y se van alejando los temores en cuanto a las dimensiones de la sala. El técnico se presenta a las personas que se encuentran en la sala.
_Buenas tardes.
_Hola.
_Vengo a montar la instalación de sonido para la inauguración...

De las personas que se encuentran en la sala no hay nadie a quien le importe mínimamente lo que viene a hacer el técnico. Con esta recepción lo mejor es empezar a montar como Dios le da a entender. Comienza a tirar cables y colocar altavoces y al cabo de unos veinte minutos ha terminado prácticamente el montaje. Son en esos momentos cuando aparece alguien que tiene toda la pinta de ser el cliente. A un cliente se le reconoce fácilmente por varios detalles. El primero es que la cara de un cliente buscando al técnico es inconfundible. Es algo que no sabría explicar pero es inconfundible.
Un cliente es alguien que lo primero que hace cuando ve al técnico es preguntar:

_¿El sonido funciona? ¿Estará usted durante el acto?
Un cliente es alguien que antes de dar las buenas tardes le pide al técnico que monte algún aparato que previamente no está contemplado en el presupuesto.

Un cliente es alguien para quien la llegada del técnico se le antoja siempre tarde.

Un cliente es alguien que se traumatiza cuando ve un cable.

Un cliente es alguien que siempre está predispuesto a eludir su responsabilidad y descargarla sobre el técnico.

Un cliente es alguien que no hay forma de quitárselo de encima en los momentos antes del comienzo.

Un cliente es alguien que cuando acaba el acto no es capaz de dar las gracias.

Un cliente es alguien con terror escénico.

Un cliente es alguien que en muchos casos careció de cariño durante su infancia.

Un cliente es alguien que raramente sabe en que consiste un congreso.

Un cliente es alguien que piensa que el técnico es una especie de chistera de mago de donde puede salir cualquier cosa en cualquier momento.

Un cliente es una especie de ser humano sin nociones de “espacio/tiempo”.

Un cliente es alguien que pide mucho y da poco.

Un cliente es alguien que se vanagloria de ser un cliente.

Un cliente es alguien que no entiende que el técnico es un ser humano que come, bebe y mea de vez en cuando.

Un cliente es alguien a quien a medida que se le va conociendo se le va odiando más y más.

Un cliente es alguien que nunca está cuando tiene que estar y siempre está en el momento más inoportuno.

Un cliente es una persona fea.

Un cliente es alguien que siempre tiene a mano un “tocapelotas” para amargarle el día al técnico de turno.

Un cliente es alguien que nunca se da por satisfecho.

Un cliente es alguien que se equivoca.

Un cliente es alguien desagradable.

Un cliente es una mutación genética.

Un cliente es un asco, un acto fallido de la madre naturaleza.

Es en estos momentos cuando entre reflexión y reflexión aparece alguien que puede ser el cliente.
_ ¿Funciona el sonido?
_ Sí, claro.
_ Yo no oigo nada.
_ Es que nadie está hablando en el micrófono.
_ Entonces, si hablamos en el micrófono, ¿se oirá?
_ Mayormente.
_ Pero yo no oigo ahora nada.
_ Es que nadie está hablando ahora en el micro.
_ Pero tampoco oigo la música.
_ Eso es porque no hay música.

_ ¿Que es lo que quiere decir con que no hay música?
_ Pues que en el presupuesto, que usted firmó no estaba contemplado el equipo de música ambiente.
_ ¿Quiere decir que vamos a inaugurar este nuevo concesionario de INVECO PELASUS sin música?
_ Quiero decir que yo no tengo la música.
_ Entonces si yo le doy la cinta tendremos música?
_ Si además me da algo donde introducir la cinta...

_ Entonces está solucionado. ¡Oiga, Barahona, traiga el cassette del coche y se lo da a este señor.
El técnico, como en anteriores situaciones, no se lo puede creer.
Al cabo de un rato parece que Barahona ha conseguido convencer a su jefe de que la solución para la música no es desguazar el salpicadero del coche para sacar la radio. Barahona recurre al guardia jurado del control quien le proporciona un radio cassette portátil de esos con asa y dos altavoces colgando. El técnico lo mira aliviado. Algo es algo.
      Van entrando los invitados a quienes se les obsequia con esos regalos cursis de empresa que acaban en cualquier rincón de la casa esperando año tras año a ser tirado a la basura. Los camareros del catering ya tienen todas las copas escrupulosamente colocadas en riguroso orden formando una especie de pirámides sobre los manteles.
_ ¿Funciona el micrófono?
_ Si hablan, sí.
Entre los asistentes destacan varios camioneros robustos, comerciales de concesionarios, un cura de paisano y varios gerentes de la compañía. Así mismo está presente el Excmo. Sr. Alcalde de San Sebastián de los Reyes D. Gabriel Bustamante. La mujer que parece que lleva el control del acto le pregunta al técnico:
_ ¿Funciona el micrófono?
_ Por supuesto... Siempre que hablen...
El acto está apunto de comenzar y la maestra de ceremonias le hace una señal al cura de paisano quien se acerca llevando entre las manos un pequeño misal. Al llegar al atril pregunta en voz baja:
_ Lo hacemos breve, verdad?
_ Si, muy breve, Padre.


    Hermanos, estamos aquí reunidos en estas maravillosas instalaciones para festejar el éxito conseguido por estos trabajadores que después de largos años de trabajo han conseguido el reconocimiento de la obra bien terminada. ¡Que gran reconocimiento les hará El Padre al consagrar tal esfuerzo en su nombre!. Al igual que José en su carpintería, estos hombres han dedicado lo mejor de ellos mismos a la santificación de su trabajo. Es por ello por lo que serán bien recompensados más allá de esta vida...
     Lleva más de quince minutos el cura dando la charla mientras los camareros van descorchando las botellas de champán con mucho cuidado, en silencio, hasta que uno de los tapones salta por los aires con su característico sonido acabando en el centro del concesionario. Algunos se ponen la mano en la cara disimulando la risa mientras el cura hace caso omiso, seguramente absorto en su homilía.
__... nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad. Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos, según Él desea, a golpe de martillo y cincel. 
No queramos apartarnos, no queramos esquivar su voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. Sufriremos más e inútilmente, y, en lugar de la piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón informe de grava que pisarán las gentes con desprecio. Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: “qui facit voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum”El que hace la voluntad de mi Padre... ¡ése entrará! 

A estas horas el hielo de los cubalibres se ha derretido y comienza a flotar por encima de la coca cola. Los camareros no saben que hacer para aguantar la risa y todos los asistente comienzan a cambiar el peso de una pierna a la otra produciendo un bamboleo característico del cansancio colectivo pero el señor cura no parece inmutarse y prosigue...
_... y a continuación haremos unas preces...
¡Santifica, Señor las manos que han realizado esta obra!
Todos conmigo: “danos fuerzas, Señor, para alabarte”
... ¡Protege, Señor, estas instalaciones de los malos espíritus...
Todos conmigo: danos fuerzas, Señor, para alabarte.
    

    Mientras los camioneros se miran entre sí sonriendo y el resto del público se preguntan cuanto durará esto el cura se dirige a la Presidenta y le pregunta en voz baja:
_ ¿Procedo a la bendición?
_ Proceda Padre, proceda.
El cura va recorriendo todas las instalaciones salpicando todo de agua bendita y soltando letanías mientras los asistentes al acto se tiran como posesos a las cervezas y cubalibres que llevaban más de una hora en los vasos.
La música suena de fondo.
Barahona mira al técnico sonriendo.
El técnico corresponde.
Al cura se le ve al otro lado de la cristalera moviendo el brazo hacia arriba y hacia abajo mientras queda todo salpicado de agua bendita...

Jesús de mi vida
Jesús de mi amor
Ábreme la herida
De tu corazón.

Malditos Bastardos