1987 fue, sin duda, un año
horribilis para josé ignacio
de juana chaos. Fue el año en que las fuerzas de seguridad le dieron caza
(nunca mejor dicho) junto a varios “compañeros de trabajo”.
¡Con los buenos resultados que había obtenido en 1986…! En aquel año solo pudo
asesinar a veinticinco ciudadanos de este país. Y mira que lo intentó, pero no
pudo asesinar a nadie más, ni siquiera al fiscal Burón Barba, ni al presidente
del Supremo Antonio Hernández Gil, ni a los setenta heridos de la plaza de
República Dominicana.
En fin, no todo sale como uno piensa, pero de todas formas no estuvo mal,
veinticinco cadáveres destrozados en menos de doce meses. Demasiado trabajo y
responsabilidad al hacerse cargo de la dirección del comando Madrid a
principios de 1986. Pero ya tuvo que dejar de asesinar.
Los jueces torturadores de este país le condenaron a cerca de tres mil años de
cárcel de los que cumplió menos de veinte, es decir, apenas un año de cárcel
por muerto. Y todo fue legal. Se le redimió pena por estudiar, por escribir,
por trabajar… siempre siguiendo rigurosamente un código penal establecido hace
años y que ningún partido político tuvo arrestos de modificar. Tan ineptos
somos los votantes de este país, por mucho que digan algunos, como los
políticos responsables de gestar las leyes que determinan el tiempo en prisión
de una alimaña como josé ignacio de juana chaos.
El 2006 vuelve a ser un año horribilis para este individuo. Cuando ya se veía
en la calle después de cumplir su condena por los veinticinco asesinatos,
decide que no quiere cumplir tres años más por amenazas terroristas y que se
declara en huelga de hambre hasta que lo excarcelen.
¿Y la gente que piensa de todo esto?
¿Qué al pobre hombre le deberían mandar a su casa?
¿Qué lo peor que puede pasar es que "se nos muera en los brazos"?
¿Qué al fin y al cabo ya casi
había cumplido sus penas?
Pués no, creo que no es esto lo que piensan la mayoría de los ciudadanos de
este país. Otra cosa es que lo digan. Creo que la gente de este país está
rabiosamente enfrentada a esta resolución de nuestros gobernantes mientras la
alimaña recobra el conocimiento cada vez que se revuelca con su novia en la
ducha de su habitación.
¿Pero no estaba tan grave?
Para esto si tiene fuerzas este mal nacido, y también para salir andando de la
ambulancia que le trasladó a su querida tierra euskalduna. ¡Que vergüenza!,
primero intentan matarnos y luego a los que quedamos nos engañan
miserablemente. Y si a alguien se le ocurre hablar de pena de muerte o cadena
perpetua enseguida le tachan de inhumano, inmoral y retrógrado. Pues bien,
querido josé ignacio, yo te digo que aborrezco la pena de muerte para ti,
porque esto acabaría con la posibilidad de que sufrieras todo lo que tu podrido
ser fuera capaz de sufrir.
Hoy yo te digo: ¡Chao! de juana, púdrete en el infierno de tu asqueroso futuro
contando una y otra vez el número de huérfanos que provocaste.
¡Chao! de juana, sigue viviendo con el miedo a que algún familiar de tus
víctimas se tome la justicia por su mano y acabe con tu asquerosa vida.
¡Chao! de juana, me despido confiando ciegamente en que los revolcones con tu
novia nunca lleguen a engendrar otro ser tan despreciable y repugnante como tú,
de juana.
Perato
Madrid, 17 de marzo de 2007