El Niño Amarillo


        Aproximadamente al año de comenzar la nueva tortura existencial suena el teléfono para proponerle al Viajero una nueva tarea que por otra parte le procure un poco de sosiego profesional.
__ ¿Una semana en dónde?
__En Ouarzazate.
__ ¿En Albacete?
__No, no en Ouarzazate, en Marruecos.
__Sí, entiendo, vale, estoy libre.

Sin saber muchos más detalles el viajero no lo piensa dos veces. Le da lo mismo ir a Ouarzazate que a Albacete que a San Sebastián de los Reyes, lo único que le importa es huir cuanto más lejos mejor.

El avión sale a las 18h. De la Gate 4ª de la terminal 3 del único aeropuerto que hay. Dyc con Cocacola mientras se reúne el grupo de 8 técnicos que compartirán las vicisitudes de este trabajo. Bromas típicas de aeropuertos, saludos, pasaportes en la mano, tarjetas de embarque que hay que interpretar... y la confusión de algunos al apercibiese de que la hora de llegada a Marruecos es la misma que la salida de Barajas, las 22h.

Después de las bromas al despegar, las bromas durante el vuelo y las bromas al aterrizar llegan al parking donde varias furgonetas están esperando para transportarles a los hoteles. Después de cargar las maletas en las bacas de los vehículos estos se desplazan hasta los hoteles donde se ubicará el equipo técnico. Es noche cerrada y la temperatura agradable. El hotel Al Farah Al Janoub situado en los arrabales del pueblo es uno de los peores hoteles de cuatro estrellas de la zona. La habitación que funciona la luz, se le sale el agua del water. La que no se le sale el agua, no funciona el aire acondicionado. En la que funciona la luz y el aire huele de espanto etc. La habitación que comparte  El Viajero con otro técnico no es de las peores. Funciona un poco la luz, otro poco el aire acondicionado y apenas se sale el agua en el cuarto de baño.
No obstante todo un lujo dadas las condiciones.

Amanece en Ouarzarzate después de haber pasado la noche buscando la mejor posición en la cama o por lo menos la mejor forma de dejar de sudar entre las sábanas. Desayuno en el hotel a base de mermeladas dulzonas, café de puchero y algo de bollería tradicional.
Treinta grados a las 8 de la mañana mientras los técnicos esperan en la puerta del hotel Al Farah Al Janoub a las furgonetas que les trasladarán a la carpa donde se celebrará el evento, no sin antes proveerse de los clásicos “chechs” torpemente anudados a la cabeza. El Viajero no hace más que pensar cual será la máxima temperatura que se puede alcanzar en esa zona del mundo a las cuatro de la tarde del 15 de septiembre de 2001.
Con cierto retraso por fin parten hacinados en los polvorientos vehículos en dirección a dios sabe donde. Después de cruzar los diferentes barrios de Ouarzarzate enfilan una estrechísima pista asfaltada donde los transeúntes no dejan de pasar en una dirección y en otra, montados en bicicletas destartaladas o en peculiares sandalias hechas a base de trozos de neumáticos atadas con cuerdas al dedo gordo y al talón. Los conductores llevan una velocidad endiablada pasando a escasos centímetros de los viandantes con los que se cruzan en la carretera. La temperatura en el interior de las furgonetas se va incrementando poco a poco hasta el punto de ser insoportable. Alguno de los pasajeros abre la ventanilla del coche para respirar un poco ante el enfado del chofer que le obliga a cerrarla de nuevo ante el asombro de los demás pasajeros. Al cabo de unos pocos kilómetros la caravana abandona la carretera asfaltada para adentrarse en una pista arenosa y bacheada montando una nube de polvo que impide ver mas allá de diez metros por delante de cada furgoneta. Ahora es cuando comprenden el porqué de llevar las ventanas cerradas. Eternos minutos transcurren entre una nube de polvo arenoso y ardiente mientras se internan por un desierto pedregoso y desolador hasta que al fondo, en el horizonte se comienza a vislumbrar una especie de carpa blanca que se confunde con la nube de polvo. A medida que se van acercando van dándose cuenta de que es una carpa de un tamaño considerable. De lejos da la impresión de que va creciendo más y más. Se confirma que es una carpa blanca y grande. Muy grande. Una carpa enorme. El Viajero está convencido de que es la madre de todas las carpas. Se van deteniendo las furgonetas a la vez que se levanta un viento caliente y anaranjado que va tiñendo de rojo la inacabable carpa. Echan pie a tierra mirando ensimismados hacia un andamio pegado a uno de los lados, donde un hombrecillo haraposo no hace más que limpiar de polvo la superficie de la carpa mientras el viento se encarga de volver a mancharla de polvo fino rojo. El hombrecillo armado con una especie de fregona sigue pasándola una y otra vez, sin prisas, sin demasiada ilusión, despacio, muy despacio, de un lado a otro, una y otra vez. Los técnicos se miran unos a otros sin mediar palabra.

El Grito de la Ballena

    El Viajero piensa que su viaje ha terminado.
El V
iajero ha vivido ausente durante más de un año. 
El Viajero no tiene hoy donde viajar y los viajeritos se preguntan porqué papá no viaja ya.
El Viajero ha tenido un mal viaje en el tiempo.
El Viajero pensaba que podía ir a cualquier sitio con un pequeño pero gran equipaje de honestidad.
El equipaje del Viajero no le quita el frío de la noche rasa en silencio. Al Viajero le pasan por la imaginación pesadillas irreales, frías...
__ No hay nada que hacer...
El Viajero siempre se mueve con un equipaje que deja en su lugar de origen. El amor de su viajera y la confianza de sus viajeritos que le miran a los ojos cuando llega todas las noches a casa.
Los Grandes Viajeros le miran a los ojos cuando llega a casa el domingo.
El Viajero se mira al espejo cuando llega a casa...
... y ve canas, algunas arrugas en su frente y siente algo de vergüenza cuando no encuentra contestación a las preguntas.
El viaje ha concluido.
Volverá a viajar ?
Las letras salen de su estupendo Roller buscando ansiosas donde posarse. Fluye la tinta buscando desesperadamente donde plasmarse mientras le sudan los ojos como la sangre buscando la brecha.
Todo el esfuerzo ha servido para crear en el Viajero una sensación de fracaso y en los suyos un interrogante.
El Viajero le toma la mano en esa noche sin sueño. La viajera disimula una lágrima y calla...
Hay poco que decir.
Ojos tristes.
La tristeza es la sopa diaria de los viajeros solos.
¿Porqué seguir?
¿Que sentido tiene?
Sigue, como siempre, sin encontrar respuestas.
Hacen falta reaños para seguir.
Hace falta reaños para parar.
Las pecas del viajerito están hoy más marcadas que nunca mientras pregunta:
_ ¿Papi, mañana trabajas?
Ópera Prima siempre. Nada tiene sentido. Todo, banal y oscuro...
Otra vez. La historia se repite de nuevo.
Han sido siete años de viaje en redondo. Cuando el Viajero se pierde entre la niebla de las montañas camina siempre hacia el lado izquierdo hasta que acaba en el mismo lugar de origen.
Punto de comienzo.
Después de 25 años de viaje se encuentra prácticamente en el mismo sitio.
Madurez?
Es cara la madurez.
El desafío, el proyecto de ambición triunfa.
El Viajero busca consuelo en el recuerdo de Nícola, su entrañable Nícola. Allá donde estés, Nícola, te llama tu hombre especial. Tu sola serías suficiente consuelo para este estúpido ser.
El viajero no quiere volver a casa
La puerta, cerrada.
¿Premonición?
El Viajero baja las escaleras despacio y vuelve a refugiarse detrás del micrófono del karaoke.
La noche, fría y clara.
La calle, vacía.
El horizonte, más lejano que nunca.
El Viajero busca algún rayo de luz al amanecer.
¿Amanece?
Murió por segunda vez, en el meridiano de su vida.
Su esfuerzo solo ha servido para experimentar con las sensaciones del fracaso más absoluto. Y se lo intenta contar a sus viajeritos.
Durante casi un año solo hace que lamentarse de su fracaso hasta que el límite del sufrimiento le hace recapacitar y borrar de un plumazo su asquerosa experiencia. Piensa que su relato termina en este momento.
Las Coplas de Manrique se vuelven a pasar por la mente de este fracasado recordándole que el tiempo pasa y no se puede luchar contra él. Es más práctico convivir con él pues no queda otro remedio. La única solución factible es sobrevivir de cualquiera de las formas.
Sigue pasando el tiempo a una velocidad tremendamente asimilable.

   Perato
Año 2000

INVECO PEGASUS

           Allá por el mes de Abril en San Sebastián de los Reyes terminaron las obras del nuevo Concesionario de Vehículos Industriales INVECO PELASUS, lo que supuso su inmediata inauguración. A estas alturas de la temporada el técnico tiene a todos los técnicos asistiendo determinados eventos por lo que decide realizar el mismo esta instalación. La cosa parece muy sencilla ya que solo necesitan una megafonía para 100 personas con un solo micro inalámbrico. El único problema es que la inauguración comienza a las 19:30h. Y después hay un cócktail que puede durar una eternidad pero de cualquier forma es un trabajo liviano.
El técnico prefiere salir con tiempo hacia el concesionario pues este se encuentra en un polígono industrial del pueblo de San Sebastián de los Reyes y ya se sabe con los polígonos si no se conocen...
No sin cierta dificultad el técnico da con la sede en cuestión y se van alejando los temores en cuanto a las dimensiones de la sala. El técnico se presenta a las personas que se encuentran en la sala.
_Buenas tardes.
_Hola.
_Vengo a montar la instalación de sonido para la inauguración...

De las personas que se encuentran en la sala no hay nadie a quien le importe mínimamente lo que viene a hacer el técnico. Con esta recepción lo mejor es empezar a montar como Dios le da a entender. Comienza a tirar cables y colocar altavoces y al cabo de unos veinte minutos ha terminado prácticamente el montaje. Son en esos momentos cuando aparece alguien que tiene toda la pinta de ser el cliente. A un cliente se le reconoce fácilmente por varios detalles. El primero es que la cara de un cliente buscando al técnico es inconfundible. Es algo que no sabría explicar pero es inconfundible.
Un cliente es alguien que lo primero que hace cuando ve al técnico es preguntar:

_¿El sonido funciona? ¿Estará usted durante el acto?
Un cliente es alguien que antes de dar las buenas tardes le pide al técnico que monte algún aparato que previamente no está contemplado en el presupuesto.

Un cliente es alguien para quien la llegada del técnico se le antoja siempre tarde.

Un cliente es alguien que se traumatiza cuando ve un cable.

Un cliente es alguien que siempre está predispuesto a eludir su responsabilidad y descargarla sobre el técnico.

Un cliente es alguien que no hay forma de quitárselo de encima en los momentos antes del comienzo.

Un cliente es alguien que cuando acaba el acto no es capaz de dar las gracias.

Un cliente es alguien con terror escénico.

Un cliente es alguien que en muchos casos careció de cariño durante su infancia.

Un cliente es alguien que raramente sabe en que consiste un congreso.

Un cliente es alguien que piensa que el técnico es una especie de chistera de mago de donde puede salir cualquier cosa en cualquier momento.

Un cliente es una especie de ser humano sin nociones de “espacio/tiempo”.

Un cliente es alguien que pide mucho y da poco.

Un cliente es alguien que se vanagloria de ser un cliente.

Un cliente es alguien que no entiende que el técnico es un ser humano que come, bebe y mea de vez en cuando.

Un cliente es alguien a quien a medida que se le va conociendo se le va odiando más y más.

Un cliente es alguien que nunca está cuando tiene que estar y siempre está en el momento más inoportuno.

Un cliente es una persona fea.

Un cliente es alguien que siempre tiene a mano un “tocapelotas” para amargarle el día al técnico de turno.

Un cliente es alguien que nunca se da por satisfecho.

Un cliente es alguien que se equivoca.

Un cliente es alguien desagradable.

Un cliente es una mutación genética.

Un cliente es un asco, un acto fallido de la madre naturaleza.

Es en estos momentos cuando entre reflexión y reflexión aparece alguien que puede ser el cliente.
_ ¿Funciona el sonido?
_ Sí, claro.
_ Yo no oigo nada.
_ Es que nadie está hablando en el micrófono.
_ Entonces, si hablamos en el micrófono, ¿se oirá?
_ Mayormente.
_ Pero yo no oigo ahora nada.
_ Es que nadie está hablando ahora en el micro.
_ Pero tampoco oigo la música.
_ Eso es porque no hay música.

_ ¿Que es lo que quiere decir con que no hay música?
_ Pues que en el presupuesto, que usted firmó no estaba contemplado el equipo de música ambiente.
_ ¿Quiere decir que vamos a inaugurar este nuevo concesionario de INVECO PELASUS sin música?
_ Quiero decir que yo no tengo la música.
_ Entonces si yo le doy la cinta tendremos música?
_ Si además me da algo donde introducir la cinta...

_ Entonces está solucionado. ¡Oiga, Barahona, traiga el cassette del coche y se lo da a este señor.
El técnico, como en anteriores situaciones, no se lo puede creer.
Al cabo de un rato parece que Barahona ha conseguido convencer a su jefe de que la solución para la música no es desguazar el salpicadero del coche para sacar la radio. Barahona recurre al guardia jurado del control quien le proporciona un radio cassette portátil de esos con asa y dos altavoces colgando. El técnico lo mira aliviado. Algo es algo.
      Van entrando los invitados a quienes se les obsequia con esos regalos cursis de empresa que acaban en cualquier rincón de la casa esperando año tras año a ser tirado a la basura. Los camareros del catering ya tienen todas las copas escrupulosamente colocadas en riguroso orden formando una especie de pirámides sobre los manteles.
_ ¿Funciona el micrófono?
_ Si hablan, sí.
Entre los asistentes destacan varios camioneros robustos, comerciales de concesionarios, un cura de paisano y varios gerentes de la compañía. Así mismo está presente el Excmo. Sr. Alcalde de San Sebastián de los Reyes D. Gabriel Bustamante. La mujer que parece que lleva el control del acto le pregunta al técnico:
_ ¿Funciona el micrófono?
_ Por supuesto... Siempre que hablen...
El acto está apunto de comenzar y la maestra de ceremonias le hace una señal al cura de paisano quien se acerca llevando entre las manos un pequeño misal. Al llegar al atril pregunta en voz baja:
_ Lo hacemos breve, verdad?
_ Si, muy breve, Padre.


    Hermanos, estamos aquí reunidos en estas maravillosas instalaciones para festejar el éxito conseguido por estos trabajadores que después de largos años de trabajo han conseguido el reconocimiento de la obra bien terminada. ¡Que gran reconocimiento les hará El Padre al consagrar tal esfuerzo en su nombre!. Al igual que José en su carpintería, estos hombres han dedicado lo mejor de ellos mismos a la santificación de su trabajo. Es por ello por lo que serán bien recompensados más allá de esta vida...
     Lleva más de quince minutos el cura dando la charla mientras los camareros van descorchando las botellas de champán con mucho cuidado, en silencio, hasta que uno de los tapones salta por los aires con su característico sonido acabando en el centro del concesionario. Algunos se ponen la mano en la cara disimulando la risa mientras el cura hace caso omiso, seguramente absorto en su homilía.
__... nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad. Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos, según Él desea, a golpe de martillo y cincel. 
No queramos apartarnos, no queramos esquivar su voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. Sufriremos más e inútilmente, y, en lugar de la piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón informe de grava que pisarán las gentes con desprecio. Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: “qui facit voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum”El que hace la voluntad de mi Padre... ¡ése entrará! 

A estas horas el hielo de los cubalibres se ha derretido y comienza a flotar por encima de la coca cola. Los camareros no saben que hacer para aguantar la risa y todos los asistente comienzan a cambiar el peso de una pierna a la otra produciendo un bamboleo característico del cansancio colectivo pero el señor cura no parece inmutarse y prosigue...
_... y a continuación haremos unas preces...
¡Santifica, Señor las manos que han realizado esta obra!
Todos conmigo: “danos fuerzas, Señor, para alabarte”
... ¡Protege, Señor, estas instalaciones de los malos espíritus...
Todos conmigo: danos fuerzas, Señor, para alabarte.
    

    Mientras los camioneros se miran entre sí sonriendo y el resto del público se preguntan cuanto durará esto el cura se dirige a la Presidenta y le pregunta en voz baja:
_ ¿Procedo a la bendición?
_ Proceda Padre, proceda.
El cura va recorriendo todas las instalaciones salpicando todo de agua bendita y soltando letanías mientras los asistentes al acto se tiran como posesos a las cervezas y cubalibres que llevaban más de una hora en los vasos.
La música suena de fondo.
Barahona mira al técnico sonriendo.
El técnico corresponde.
Al cura se le ve al otro lado de la cristalera moviendo el brazo hacia arriba y hacia abajo mientras queda todo salpicado de agua bendita...

Jesús de mi vida
Jesús de mi amor
Ábreme la herida
De tu corazón.

VOLARE


En el TV de la T-2 zona E-D donde se sitúa la GATE 48 no figura el vuelo IB-5123 con destino a A Coruña, con salida a las 07:00 h. y llegada a las 07:50 h.
El técnico viaja en clase “Y” con tarifa “YD” el día 07may. Su billetes “void cerrado” y lo pagó en CASH. 37.080 ptas.

El técnico no tiene que facturar equipaje. No parece que haya overbooking.
El técnico prefiere sacar tarjeta de embarque en A Coruña de vuelta.
El técnico siempre pasa calor en los aeropuertos.
Su furgoneta Wolswagen la aparcó en la T-2 PARKING-1 de DEPARTURES en la plaza D-253.
El pasaje penetra en la 1ª parte del FINGER pensando en que va a embarcar enseguida pero la última fase de la cola se detiene y el técnico comienza a sudar de nuevo. La maniobra de situación de una silla de ruedas es larga y un tanto penosa. La mujer que va instalada en la silla parece un fardo. Va dando cabezazos de un lado a otro del pasillo, siempre con la misma expresión ausente. Al cabo de un buen rato el viajero se encuentra en el pasillo del DC-10 esperando que el pasajero que tiene delante consiga colocar su maleta en el altillo de los asientos.
Instrucciones de la azafata sobre la colocación de los chalecos salvavidas. No se entiende esta explicación cuando no se sobrevuela por el mar pero la normativa se impone.
     La azafata anuncia el despegue inmediato. El técnico, la azafata y el resto del pasaje vuela, por fin, a A Coruña.

Sevilla con su sabor especial




La Calle de las Escobas puede ser un lugar ideal para tomar algo antes de dirigirse al Hotel Meliá Sevilla. El hambriento viajero deja a la izquierda el Parque de María Luisa soñando con una gran cerveza y un poquito de “adobo”. Al comienzo de la calle hay una terraza correspondiente a un restaurante llamado Las Escobas. En un letrero luminoso se puede leer que por aquel lugar pasaron varios escritores ilustres allá por 1.890. Después de llamar varias veces al camarero y escudriñar otras tantas la carta de tapas se dispone a dar cuenta de la cerveza, el adobo y los boquerones fritos. Enfrente de la calle una chica joven y sucia toca la flauta. Mal. A su lado un pobre pide monedas. Como nadie se acerca a la pequeña gorra recaudadora el pobre se dispone a pasarla entre las mesas de la terraza. Sin éxito. El viajero cae en la cuenta del origen del dicho: vivir de gorra. El pobre huele muy mal y está muy sucio. La flautista está igual de sucia que el pobre y no huele mal porque está más lejos, pero como se acerque a pedir por las mesas olerá muy mal. El viajero está prácticamente seguro. La flauta esta sucia y el sonido es parecido al que produciría un bebé al que le hubieran regalado una flauta nueva. En las orillas de la Calle de las Escobas hay varias hileras de naranjos en flor. Es primavera.


El viajero pidió una cerveza fría, un adobo caliente y unos boquerones fritos.


El viajero está tomando una cerveza caliente, un adobo frío y unos boquerones carbonizados.


El viajero soñaba con escuchar algo de flamenco de fondo mientras respiraba el aroma del azahar. Por la Calle de las Escobas se pasea la Flautista de Hamelin, Los naranjos no huelen a nada y al fondo de la calle resuena un martillo neumático...


La temperatura es muy agradable y es preferible pasear a tomar un taxi. Despacio emprende el recorrido hacia el Hotel, pasando la vista por las torres de la Catedral. Varios pobres le abordan por el camino pidiéndole algunas monedas. Llega a la habitación del Hotel y lo primero que hace es encender la televisión. No es que al viajero le importe mucho lo que ponen en Canal Sur o en cualquier otro canal porque entre otras cosas no le presta ninguna atención. El técnico ya desde hace algún tiempo, necesita tener constantemente una fuente de sonido activada, como la radio, la televisión etc. Al técnico le parece a menudo que el silencio completo es síntoma de que algo no funciona. El técnico necesita percibir una fuente de audio aunque sea de fondo para, inconscientemente, estar tranquilo. Cuando esa fuente de sonido se corta por cualquier motivo, automáticamente el técnico se desestabiliza creándole inquietud.


Son las 24:h y el viajero se dispone a descansar con su leve sonido de fondo. Mañana será otro día...

Ruido en el mar



  

Es una noche oscura de otoño y fresca. El viajero se siente flotar en aquella inmensidad. Una especie de avioneta o hidroplano parece acercarse lentamente hacia el lugar donde se aferra a algo parecido a un flotador alargado de color brillante. El sonido que produce el avión no es el de una hélice ni siquiera el que produciría cualquier motor. Es un ruido especial que el técnico intenta localizar en algún lugar del océano. No se escucha sin embargo el ruido del mar. El ruido de las olas encrespadas. Pasa el tiempo muy despacio. . .
En el preciso momento de abrir los ojos el técnico recorre toda la habitación con la mirada pero sin mover un solo músculo.
Si, es martes, son las cinco de la mañana y hay una reunión en el Hotel Eurobodrio y otra en el Villamanía. Al dar un par de vueltas en la cama, para intentar dormir una hora más, el técnico se enreda entre las sábanas. Es inútil, después de la noche en el mar no hay forma de conciliar el sueño. Se levanta despacio pues tiene mucho tiempo. Se ducha despacio y despacio va preparando una tostada de mantequilla y mermelada amarga a la vez que calienta el café en el microondas. Tiene mucho tiempo todavía y se lo toma con mucha tranquilidad. Piensa que es buena ocasión para buscar un buen lugar para aparcar a las horas a las que es prácticamente imposible hacerlo. Como siempre que no tiene prisa consigue aparcar en el mejor sitio de toda la calle y piensa que lo mejor es escuchar la radio en el coche mientras se hace la hora de entrar al hotel.
Al cabo de media hora piensa que podía ir subiendo, localizar al maître para abrir el salón, probar todo con calma etc.
Cuando llega al salón la puerta de acceso esta abierta y la mesa del control completamente cambiada de lugar. Con no poca extrañeza el técnico comienza a realizar las tareas habituales de comprobación y chequeo del equipo. Una vez que termina de conectar los aparatos se dispone a probar los micros. Enciende uno de ellos y lejos de oírse bien, produce un ruido insoportable. Prueba otro y... lo mismo. Convencido de que hay un problema y no está en los micros se dirige a la mesa de control para comprobar los micros inalámbricos. Conecta, habla y... el mismo ruido entrecortado. Comienza a preocuparse. Las consolas de los intérpretes tampoco funcionan bien. La columna auto amplificada tampoco funciona. La fuente de alimentación no responde...
El tiempo va pasando mientras el técnico decide parar un momento, relajarse, al fin y al cabo todavía tiene tiempo, y comprobar detenidamente aparato por aparato. Comienza por el mixer y al intentar levantarlo de la mesa para mirarlo por debajo nota sorprendido como si pesara más de la cuenta. Lo inclina hacia un lado y comienza a salir agua de una forma loca. El técnico no se lo puede creer. Rápidamente apaga todo el equipo, desconecta y procede a comprobar la fuente de alimentación... agua, agua, más agua.
El Hotel Eurobodrio debe tener alrededor de 17 o18 pisos.
El Hotel Eurobodrio debe tener alrededor de 18 o 20 salones.
El Hotel Eurobodrio debe tener alrededor de 400.000 metros cuadrados de superficie de salones.
El Hotel Eurobodrio lo ha comprado la cadena NH.
Y ha hecho obras de remodelación.
La mesa de control del técnico ocupa alrededor de 1 metro cuadrado en el interior del salón Atenas (antes Hermitage - A).
En el Hotel Eurobodrio hay una gotera, solo una gotera que ha estado descargando exactamente encima de la mesa donde el técnico tenía su equipo montado. Existían alrededor de diez millones de posibilidades distintas de que la gotera se aliviara en cualquier otro lugar pero no, eligió el metro cuadrado de la mesa del control.
El tiempo no se detiene, desgraciadamente, y el técnico no deja de mirar el reloj mientras armado con un gran secador de pelo que ha desmontado de una de las habitaciones del hotel, intenta secar las tripas de los aparatos afectados.
El cliente aparece por la sala unos minutos antes del comienzo de la reunión, pasa al lado del técnico y sigue de largo como si la cosa no fuera con él. La maniobra de secado finaliza coincidiendo con el comienzo de la reunión. El técnico se pasa la mañana cruzando los dedos y esto parece que da resultado. Al finalizar la conferencia el cliente se dirige directamente al técnico felicitándole por el éxito de la reunión e invitándole a tomar un aperitivo con los organizadores. El técnico agradece el gesto pues después del estado de nervios podría acabar con dos botellas de Martini Seco en pocos minutos. Una vez alrededor del bufete el técnico piensa si este tío no se ha enterado de nada cuando se le queda mirando a los ojos y pregunta con acento argentino:
_ ¿Le puedo preguntar algo?
_ Por supuesto.
_ ¿Es que el equipo suyo para que arranque nesesita precalentarlo antes del comienzo...?
_ Por supuesto, caballero, al ser equipo de última generación...


Restauración en Granada





      El viaje a Granada transcurre sin incidencias notables, quitando los chaparrones de siempre. El viajero llega a las 20: h y no tiene ninguna prisa pues la reunión comienza al día siguiente a las 19: h. Ya en la habitación del hotel y antes de deshacer la maleta, recorrido de inspección y estudio de los diferentes mecanismos que proporcionan el confort de una habitación de hotel de 4 estrellas, a saber: localización y estudio del mando a distancia del televisor interactivo; localización y estudio del conmutador climatizador; localización y estudio de la ranura de inserción de la tarjeta/llave de conmutación de iluminación interior; examen y verificación del minibar; examen del mecanismo de hidromasaje; interpretación de las instrucciones que figuran pegadas a los azulejos del cuarto de baño; comprobación de la direccionabilidad del chorro de agua de la ducha; ajuste; horario de desayunos, almuerzos y cenas; menús; emplazamiento del lugar de reunión; elección de camisa y pantalón para la reunión; llamada a casa; llamada a la oficina; llamada al cliente, etc.
    Siempre olvida pedir la habitación más alejada del semáforo de la calle principal. El funcionamiento del aire acondicionado en la habitación de un hotel no guarda ninguna relación con la categoría del establecimiento. Es muy raro que un aire acondicionado funcione a gusto del huésped. Creo recordar que en el otoño de 1.986 el viajero estuvo en un hotel de San Sebastián donde funcionaba perfectamente el aire acondicionado. De cualquier forma no lo disfrutó pues la temperatura ambiente era bastante baja en esa época. En esta ocasión la noche está bastante calurosa y solo es posible soportarlo abriendo la ventana que da a las terrazas que hay instaladas en la calle.
Ruido.
Calor.
No se escucha la tele.

Mini-bar.
Agua sin gas.
Cigarro.
Mini-bar.
Agua sin gas.
Mini-bar.
Agua con gas.
Las 02:00h. AM.
Tele.
Ducha.
Mini-bar.
Zumo de no se qué.
Cigarro.
Ventana.
Ruido calle.
Las 07:00h. AM.
Despertador...
En fin...
No ha sido preciso madrugar para disfrutar de un buen desayuno en el bufete del Gran Hotel Meliá Granada. El viajero saca más partido de los desayunos y las siestas que de los almuerzos y las noches. Es curioso que la temperatura del agua corriente del baño no estar lo suficientemente fría para beber y tampoco esta suficientemente caliente para ducharse. No se lava los dientes después de la ducha matutina pensando en que sería mejor hacerlo después del desayuno. Al viajero le gusta desayunar: entradas, 1º plato, 2º plato, postres y café.
El viajero da una vuelta de inspección alrededor del bufete. Estudia el mecanismo de calentamiento de las tostadas y se promete a sí mismo no socarrar ninguna. ¡Cual será el motivo por el cual hay que verse obligado al arte de la adivinación para escoger un zumo de frutas! Mientras se tuesta la tostada se dirige a por los huevos revueltos. No hay huevos revueltos. El viajero solicita al camarero los huevos revueltos mientras de reojo vigila la tostada. Al cabo de un rato llegan los huevos revueltos mientras una señora alemana, rubia y grande consigue extraer del tostador una especie de costra negruzca y humeante. La ex tostada del viajero. Bordea el tostador y se dirige hacia la bandeja de las lonchas de wacon. Como era previsible las lonchas están soldadas unas a otras. No quisiera llevarse 16 lonchas a la mesa del comedor pero por más que sacude las pinzas con energía no se sueltan. No se sueltan todas porque una si se suelta y en una de las sacudidas sale lanzada por los aires para tomar tierra en el bool del yogur natural azucarado. El Viajero intenta encontrar la loncha con un tenedor pero no tiene éxito. Disimula. Prosigue. Es el momento de dirigirse a la zona de postres. Surtido variado de frutos selectos. Café con leche. El viajero procede, por fin, a dar cuenta del suculento desayuno cuando observa que a su lado derecho hay sentado un gran alemán, rubio de mofletes rojizos, cortando en filetes una hermosa loncha de wacon bañada en yogur natural azucarado. El viajero se sonríe un poco confuso.
Terminado el desayuno se dirige a tomar el ascensor que lleva a su planta cuando se percata de que un trozo de piña del postre se ha introducido en la antigua endodoncia fallida del molar inferior derecho en vista de lo cual abre la boca todo lo que puede, mirando al espejo, en busca de la tajada de piña de bote. En ese preciso instante se abren las puertas del ascensor introduciéndose la alemana grande y rubia. El viajero cierra la boca pero tarde. La alemana se queda paralizada mirando al viajero fijamente. El viajero sonríe levemente.
A continuación el viajero se plantea una excursión al Veleta o a la Alhambra. Ni a un sitio ni al otro ante el miedo a que se le haga tarde.
Pasear por Granada también es interesante.

Malditos Bastardos